Eating Patterns

Comer por los ojos

29/01/2020 · Por Beatriz Portinari
eating patterns apertura
Eating Patterns, un proyecto que fusiona cocina, recetas y diseño de Vega Hernando. © Eating Patterns

Vega Hernando, más conocida como Eating Patterns, ha convertido el movimiento ‘kitsch’, el surrealismo gráfico y la comida en los tres estandartes de su fotografía. Con una legión de seguidores en Instagram, la diseñadora y directora de arte publica en marzo su primer libro sobre recetas y patrones.

Cuenta la diseñadora Vega Hernando (Barcelona, 1990) que, nada más abrir su cuenta @eatingpatterns en Instagram, donde plasma su personal universo de colores, recetas y patrones perfectos, recibió la primera llamada pidiéndole una entrevista y cinco fotos. En ese momento solo tenía dos imágenes para enviar, así que tuvo que dar rienda suelta a su talento innato. Donde alguien solo ve un huevo cocido, un aguacate o una sardina, ella en su cabeza forma geometrías comestibles. Así, la cúrcuma, la tinta de calamar o la remolacha se convierten en los tintes perfectos para sus piezas. Lo que empezó como un proyecto personal ha tomado dimensiones de estudio de fotografía con trabajos para grandes marcas, creación de contenido, cursos online y experiencias gastrofotográficas. Formada como Diseñadora Textil por la escuela BAU de Barcelona y con formación fotográfica autodidacta, Hernando ha conseguido crear un estilo inconfundible, que el próximo marzo saltará de las redes sociales a su primer libro: Eat! Cocina de productos que se come por los ojos (Lunwerg Editores).

¿Qué sucede en la vida de una diseñadora textil con un trabajo estable para dejarlo todo y fotografiar hummus rosa?

Dos cosas: mi pasión por el diseño y por la remolacha en la cocina: ¡me encanta cómo tiñe todo de color rosa! Cuando acabé la carrera trabajé durante varios años para proveedores de grandes marcas, realizando estampados gráficos de moda. Pero en un momento dado me agobié, salí de aquella gran empresa y seguí diseñando como freelance. Empecé a buscar cómo relacionar el diseño con la gastronomía, que es mi otra pasión. Me encanta organizar cenas en casa, invitar a mis amigos, regresar de mis viajes con la maleta llena de especias y recetas nuevas que cocino y emplato buscando la estética. Quería expresarme a través de la cocina y llevarlo a mi terreno como diseñadora, y así empezó todo.

¿Cómo ha evolucionado tu trabajo fotográfico como Eating Patterns?

Todo empezó como un proyecto de creatividad personal, para compartir con amigos, algo muy naíf, sin pretensiones. Quería explicar recetas de forma gráfica y en cuanto abrí la cuenta de Instagram tuve mucho feedback, peticiones de entrevistas… A partir de ahí me ofrecieron la posibilidad de hacer un estampado con alimentos para una marca y pensé que se podría convertir en un trabajo. Busqué la forma de monetizar esto y empezaron a salir varios proyectos como directora de arte, siempre relacionados con la cocina.

Tus fotografías parecen casi dibujadas, ¿cuál es tu equipo básico de cámara e iluminación?

Al principio hacía las fotos con el móvil, porque para Instagram no necesitas mucho más. Es más importante el concepto, lo que quieres contar y la composición. Imparto un curso de Doméstika que enfoqué siguiendo la filosofía do it yourself, con el objetivo de que la gente se lanzara a hacer fotos con los mínimos recursos y un set casero de luz natural, como una ventana. Si tienes una cámara réflex, bien, y si no, con el móvil. A mí me dejó mi hermana una Canon EOS 600D y con esa empecé, casi siempre con el objetivo 18-55 milímetros, porque para hacer cenitales con poca altura necesitas una distancia bastante corta. Hacía las fotos en mi casa, que es muy luminosa por la mañana los días nublados o lluviosos no trabajaba y esperaba al siguiente día de sol. Experimenté un poco con flash, pero el proyecto creció tanto que, una vez abrí el estudio, preferí asociarme con fotógrafos y fotógrafas excelentes, como Anne Roig, que firma las imágenes de mi primer proyecto editorial, Eat!,

¿Es un libro orientado a cocinillas o a fotógrafos?

Tiene un poco de todo. Yo creo que se podría resumir como un libro para preparar en casa recetas más estéticas y resultonas, y que al mismo tiempo sean sencillas. Sería ese que te compras porque es bonito, pero también porque te enseña algo, con ese doble objetivo. Al fin y al cabo, yo no soy cocinera, me dedico a la creación de contenidos y dirección de arte. Quizá para alguien que empieza puede parecer difícil, pero a mí me sale solo: coloco los ingredientes y tengo la capacidad de situarlos siguiendo una lógica proporcional. Siempre intento hacer primero un esbozo, para explicar la idea a los clientes, en cuanto a la gama de colores. Pero la composición final es intuitiva. Todo se resume en formas y colores.

En este libro apuestas por los productos de temporada, pero, ¿de qué temporada son los aguacates, por ejemplo? Últimamente son omnipresentes en Instagram.

¡Es que nos estamos acostumbrando a comer aguacates todo el año, cuando deberían ser un producto de lujo! Soy partidaria de usar ingredientes de temporada, de proximidad, de una forma más lógica y sostenible. Apuesto por la cocina de productos frescos, no procesados, en comercios locales, con huella ecológica reducida. El libro va de eso; una oda a los productos de cada estación. Me parece un conocimiento que se está perdiendo, esa sabiduría popular que tienen los vendedores del mercado tradicional y que responde a la pregunta de: “¿En febrero qué se come?”. Al final, cualquier acto de consumo es un acto político.

¿Quiénes son tus referentes fotográficos o artísticos?

A lo mejor no lo tengo tan presente ahora, pero al principio me interesaba mucho el movimiento Memphis, de diseño italiano, con formas geométricas. En ese momento de mi vida me inspiró mucho: estampados muy locos, muy gráficos y, al mismo tiempo, con un punto surrealista. Me parecía muy interesante el trabajo de Nathalie Du Pasquier. Y me sigue gustando la estética kitsch, con colores complementarios como el rojo o el rosa. Me tomo muchas licencias, incluso en la ropa. Mezclo lilas, naranjas, amarillos Aunque con el paso del tiempo, no sé si es porque me estoy haciendo más sobria o conservadora, empiezo a usar gamas de un solo color o dos.

Que tu trabajo puede ser calificado como arte pop es un hecho. De hecho, Warhol fue uno de los primeros en usar comida en sus obras…

Para mí el referente de utilizar la comida como concepto es la revista Toilet Paper, que marcó de algún modo el inicio de usar la comida como elemento comunicativo, con un punto irónico. Sacaban fotos, por ejemplo, de una bañera llena de espaguetis. Son ideas que se repiten mucho en publicidad. Al final, creo que el secreto es cuidar mucho la gráfica y la técnica, y conseguir que la comida te cuente una historia.