Del Hambre

Ilustrador, con todas las letras

24/10/2022 · Por Roberto C. Rascón
Del Hambre ha publicado sus ilustraciones en medios editoriales como ‘El Mundo’, ‘Cinemanía’ o ‘Forbes’, entre muchos otros
Del Hambre ha publicado sus ilustraciones en medios editoriales como ‘El Mundo’, ‘Cinemanía’ o ‘Forbes’, entre muchos otros. © Cortesía de Del Hambre

Ser ilustrador es algo más que dibujar bien, es transmitir una idea o contar una historia de la forma más sencilla y directa posible. Por encima del estilo, la técnica o la estética está eso y así lo defiende Del Hambre. Sus trabajos para medios editoriales, donde asegura gozar de “libertad total”, son una buena muestra de ello y ‘rentabilizan’ el dinero invertido por sus padres en papel y lápices de colores.

“No sé si ilustrador se nace, pero se hace seguro”. Y es que a Fernando del Hambre (Madrid, 1977), más conocido como Del Hambre a secas, le ha costado tiempo llamarse a sí mismo ilustrador y señala la banalización que hacen algunos, sobre todo en redes sociales, del término. Sus ilustraciones para revistas como Gentleman, Cinemanía o Forbes y para periódicos como El Mundo, El Correo o El País —donde actualmente publica todas las semanas una viñeta—, junto a su labor como director creativo para instituciones como la UNESCO, la FAO o Greenpeace y a la publicación en 2019 de su primera novela gráfica, Ser Leyenda, le han situado como uno de los ilustradores más lúcidos y versátiles del panorama nacional.

Te imagino dibujando y garabateando desde pequeñito, ¿fue así?
Totalmente. Me recuerdo tirado en el suelo del salón copiando los dibujos que veía en los tebeos, dibujando historias inspiradas en las películas que veía o creando mis propios cómics en cuadernos. Me podía pasar las horas muertas.

¿Y qué dibujantes despertaron tu pasión por este mundo y se convirtieron en una inspiración?
Muchos. Y a día de hoy me sigue pasando. Ver algo y pensar: “Ojalá pudiera hacer algo así”. Te diré que el crío de la pregunta anterior lo flipaba con Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, Superlópez y todos los tebeos de aquí. Después el macarrismo de revistas como Cimoc, Comix, Creepy, Metal Hurlant o El Víbora me abrieron al cómic europeo de autor y a otro tipo de historias. En cualquier caso, mis referentes son el pintor Egon Schiele y Saul Steinberg, el mítico ilustrador del New Yorker. Nada que ver en principio, pero los dos tienen en común algo muy poderoso: la línea y expresar mucho con muy poco.

Ahora tus padres ven todas las semanas una viñeta tuya en El País, pero ¿en su momento te costó explicarles a qué te querías dedicar?
Ni yo mismo pensaba que algún día me iba a dedicar 100% a esto. De hecho, hasta 2013 no empecé a dedicarme exclusivamente a ilustrar. Si te digo la verdad, mi padre tiene gran parte de culpa porque esos tebeos que leía de pequeño los comprábamos de segunda mano cada domingo en la Cuesta de Moyano [Madrid]. Supongo que ahí empezó todo. Creo que tanto mi padre como mi madre estarán contentos porque la inversión en papel y lápices de colores en mi casa ha sido tirando a alta [risas].

“Creo que mis padres estarán contentos porque la inversión en papel y lápices de colores en mi casa ha sido tirando a alta”

En las viñetas de El País sintetizas el contenido del artículo de la politóloga Mariam Martínez-Bascuñán. ¿Cómo es ese proceso?
Rápido. En prensa los plazos siempre son cortísimos, pero en este caso más aún: suelo recibir un borrador del texto los viernes a mediodía y tengo la entrega el sábado por la mañana. Cuando me ofrecieron la viñeta me dijeron que mi estilo les encajaba porque querían algo directo, sencillo y con contenido… ¡Tela! El reto es sintetizar temas complejos economizando mucho visualmente y en muy poco tiempo. Siempre intento que mis dibujos cuenten una historia, creo que es fundamental que una ilustración no se quede en lo estético. Para mí, eso es lo que marca la diferencia. Trato de armar una metáfora visual sobre un elemento gráfico muy reconocible para conectar a la primera con el lector. Si estás pasando las páginas del periódico y te hago detenerte a leer el artículo, mi trabajo está bien hecho.

Cuando ilustras para medios de comunicación, ¿sientes que tu libertad creativa se resiente?
Al revés. Dibujar en prensa es lo que más me gusta porque, precisamente, es donde siempre he tenido libertad total. Normalmente, cuando te llega un encargo es porque han visto algo tuyo que les encaja. He tenido momentos en que ni yo mismo sabía por dónde iba a salir la ilustración en cuanto a estilo y he tenido la suerte de entenderme muy bien con las direcciones de arte de los medios. Me suelen comprar todo a la primera.

“Siempre intento que mis dibujos cuenten una historia, creo que es fundamental que una ilustración no se quede en lo estético”

Ser Leyenda, tu salto a la novela gráfica (o tebeo, como dice su portada), es una obra no ya libre, sino libérrima. Háblanos sobre ella.
La hice por y para pasarlo bien. Quería hacer un tebeo largo y en la editorial Bandaàparte me dieron carta blanca. Fue un trabajo lento que duró casi tres años. Lo iba avanzando entre encargos y era mi vía de escape para liberar estrés. Tiré de parte de mi pasado como estrellita del rock a tiempo parcial [Del Hambre estuvo muy vinculado a la música durante 15 años] y de referencias frikis a la serie B, Z, sci-fi, low-fi… Aun así fue duro. La gente no se imagina la cantidad de horas que hay detrás de un cómic. Todo tiene que funcionar perfectamente porque a la mínima se te puede ir de las manos. Hay que armar el guion, desarrollar personajes y escenarios, planificar y abocetar las páginas pensando en el ritmo, buscar documentación y referencias… Muchos días te acuestas pensando que es una maravilla, pero al despertar lo abres y te parece una basura… ¡El proceso fue puro rock & roll!

Los ilustradores viven un momento de gran reconocimiento o, al menos, de gran visibilidad, ¿cuánto han tenido que ver en esto las redes sociales?
Las redes sociales son nuestro porfolio desde hace mucho tiempo. Hay que moverlas constantemente para que se vea que vives de esto. Y están genial para que nuestro trabajo llegue a mucha gente. Pero yo no me obsesiono con el número de seguidores, prefiero tener menos y que me sigan porque realmente les gusta lo que hago o porque están metidos en este mundillo y lo valoran. Hay muchos influencers o generadores de contenido que tienen mucha visibilidad, pero no son ilustradores. Quizás suene feo, pero me tomo mi profesión muy en serio y la palabra ilustrador se usa muy a la ligera.

Ilustrador, dibujante, director de arte, ¿con qué denominación te sientes más cómodo a día de hoy?
Después de muchos años diciéndolo con la boca pequeña, me siento orgulloso y me gusta llamarme ilustrador, pero antes fui director de arte. La palabra dibujero también me encanta.

“Hay polémica con el ‘boom’ de las IA que ilustran. No me preocupan, el talento de un ilustrador no puede generarse con ningún código”

También ejerces de profesor. ¿La ilustración se puede enseñar?
Todos sabemos dibujar. A unos nos gusta más y quizás se nos dé mejor de entrada, de manera que le dedicamos más tiempo, pero por supuesto que se puede enseñar y se puede aprender. No se trata de dibujar bien, se trata de cómo observar y de cómo contar.

¿Qué talentos debe tener un ilustrador? Y utilizo el plural porque esto va más allá de conocer la técnica, ¿no?
Vuelvo a lo de antes: contar algo es lo más importante. La técnica, el estilo, la estética… todo eso debe estar en segundo plano. Yo cada vez paso más tiempo buscando la idea y quitando cosas que no aportan a la historia que quiero contar. Hay que dibujar mucho y encontrar tu imaginario, pero es fundamental estar conectado a tu realidad y, sobre todo, saber expresarlo. Además del talento, es cuestión de echar horas y de tener pasión por lo tuyo. Eso es más importante que una técnica depuradísima. Ahora mismo hay polémica con el boom de las IA [Inteligencias Artificales] que ilustran. No me preocupan. Lo que hacen puede molar, pero no tienen ni carácter ni sustancia. La mirada y el talento de un ilustrador no pueden generarse con ningún código.