María Hesse

Una mujer entre pinceles

13/05/2022 · Por Teresa Morales
María Hesse posa junto a algunas de sus ilustraciones y una de sus gatas
María Hesse posa junto a algunas de sus ilustraciones y una de sus gatas. @ Imagen cedida por María Hesse

Si hay algo imprescindible en la vida de María Hesse, son sus pinceles (y sus gatas, casi tan virales como su dueña). Con ellos pone color, sensibilidad y pasión a las páginas de todos sus libros, plasmando, desde una óptica femenina, un universo propio repleto de enigmas y fantasía que abarca desde la exploración de vidas ajenas, Marilyn Monroe, David Bowie o Frida Kahlo, hasta la suya propia.

Mientras sus compañeros de clase dibujaban cosas básicas, María Hesse (Huelva, 1982) ilustraba sus cuadernos con elementos vinculados a cada detalle aparecido en las historias que su profesora narraba en clase. Así fue como la maestra apuntó que esa niña tenía alma de ilustradora. Una visión premonitoria a la que solo le faltó anticipar el nivel de éxito que alcanzaría. Frida Khalo. Una biografía (Lumen), traducida a 14 idiomas, apareció en 2016; después vinieron la de Marylin Monroe y la de David Bowie. Más tarde, María se arrancó a contar aspectos más íntimos en El Placer (Lumen) y el año pasado reivindicó el derecho de las féminas a ser como quieran ser con Malas Mujeres (Lumen).

La prestigiosa editorial Taschen la incluyó en su lista de los 100 mejores ilustradores del mundo. Un éxito que, por fortuna, no eclipsa la naturalidad y serenidad con la que gestiona su profesión-vocación. Hablamos con ella mientras sus gatas Patti (por la cantante Patti Smith) y Leonora (por la pintora Leonora Carrington) se pasean entre pinceles y tintas para deleite (y paciencia) de la ilustradora que, aún así, las mira con la condescendencia de un amor incondicional. “Te diré que hay que tener mucho cuidado con el nombre que ponemos a nuestros animales, porque la primera me ha salido punki y la segunda muy british lady, solo le falta la taza de té”, comenta entre risas a colación de las felinas.

Solo han pasado unos diez años desde que te formaste como ilustradora, ¿mucho éxito en poco tiempo?
No ha sido tan poco tiempo o, mejor dicho, han pasado muchas cosas en ese periodo y el reconocimiento ha sido progresivo. No llega de la noche a la mañana. Antes de publicar la biografía de Frida Khalo ya había hecho miles de cosas. Comencé haciendo libros de texto de primaria, por ejemplo, que es un trabajo que hacemos muchos ilustradores y que, aunque tiene menos visibilidad, es igual de valioso. También hacía retratos personalizados por encargo y abrí mi tienda online. Hay mucho esfuerzo detrás de la visibilidad actual.

“Los reconocimientos dan valor a tu trabajo, pero para mí es más importante que un lector me diga que mi obra le ha removido”

¿Tu talento para la ilustración tardó en manifestarse? ¿Fue una vocación tardía?
No, para nada. Siempre he tenido claro que quería dedicarme a esto. Lo que ocurrió es que no pude hacer Bellas Artes, así que me matriculé en Magisterio. Cuando estaba preparando las oposiciones me di cuenta de que no era feliz y decidí cambiar el rumbo: “No voy a esperar a aprobar las oposiciones, voy a intentar ser ilustradora”, me dije. Y eso hice.

Al talento español le cuesta ser reconocido lejos de nuestras fronteras. No es tu caso. ¿Cómo encajas el reconocimiento de Taschen?
Ni lo pienso. Claro que este tipo de reconocimientos dan valor a tu trabajo y ayudan, pero a mí los rankings me dan un poco igual. Me resulta más importante que uno de mis lectores me diga que mi obra le ha removido. Esa sí es una sensación bonita y potente.

Tu trabajo ha sido definido como feminista, ¿cuánto de real hay en esto?
Soy mujer y soy feminista, y no puedo negar que mucha parte de mi trabajo tiene ese discurso. En El Placer o en Malas Mujeres, por ejemplo, hay una reivindicación detrás, pero mi trabajo no siempre tiene ese discurso. De hecho, me da algo de rabia tener que hablar mucho de feminismo y no tanto de mis procesos de trabajo en las entrevistas.

Hablemos de trabajo entonces, ¿cuánta simbología hay en tus dibujos?
Muchísima, y de un libro a otro cambia. Hasta cambia la gama cromática porque pienso de forma muy visual y me muevo mucho por sensaciones. Por ejemplo, en Malas Mujeres juego con las flores y según la mujer que presento uso una u otra: algunas llevan a la magia y la brujería, otras a la tragedia. Anteriormente, había usado ramas y hojas: en Marilyn: una biografía las ramas azules tenían que ver con la tristeza. Pero también hay simbología en los animales. De todas formas, prefiero no contar su significado porque me parece interesante que el publico lo interprete a su manera y haga suya la ilustración. Es ahí cuando el trabajo cobra el máximo significado.

¿Por qué Frida, Marilyn y todas esas Malas Mujeres y no otras? ¿Tienen algo en común contigo?
Son mujeres que me interesan a mí y por cosas diversas. Quizás a Marilyn me una la vulnerabilidad y a Frida la vitalidad. Pero es muy difícil definir ese nexo porque cuando escoges un personaje ni siquiera te planteas qué tienes en común. Lo haces porque tiene algo que te interesa y en cierta medida es una oportunidad de ser ella durante el tiempo en el que estás haciendo el libro. Yo, al menos, lo vivo de esa manera tan intensa.

“Más que miedo a perder visibilidad o reconocimiento, que no es algo que necesite, es miedo a dejar de dedicarme a la ilustración”

En tu último libro, Malas Mujeres, haces una introducción muy personal reclamando que cada mujer sea como quiera ser sin ser etiquetada por ello. ¿Ha sido terapéutico?
Todos los libros lo son. Cuanto más personales, más terapéuticos. Te diría que El Placer lo fue más que Malas Mujeres porque habla mucho más de mí y en el momento en el que empiezas a escarbar en ti experimentas más sanación. Es un libro sobre la forma de vivir la sexualidad, y escribirlo e ilustrarlo me ayudó a ser más honesta y auténtica conmigo misma. Muchas veces las mujeres hacemos cosas porque nos han enseñado que era lo normal, y así lo vives y lo asumes, hasta que de pronto comprendes que no es así y te recolocas.

¿Te da miedo que el estilo de tus ilustraciones pase de moda?
No es un miedo que me paralice, pero a veces está ahí; sería falso decir lo contrario. Aunque más que miedo a perder visibilidad o reconocimiento, que no es algo que necesite, es miedo a dejar de dedicarme a la ilustración. Sin embargo, hay muchas vías para hacerlo y, de alguna u otra manera, sé que seguiré dibujando y contando mis historias, aunque solo me leyeran cuatro personas.

¿Tu próximo proyecto se puede contar?
No (risas). Bueno, venga, lo próximo será la agenda TANTANFAN sobre recetas de películas. Saldrá en junio. Sobre el próximo libro solo te puedo decir que no tendrá nada que ver con lo anterior. No será un ensayo ni tendrá temática feminista. Esta vez me toca descansar un poco de la postura reivindicativa.