Paco Roca

El trazo de la memoria

25/03/2022 · Por Rafa Cervera
Paco Roca, dibujante de cómic
Paco Roca, uno de los grandes referentes del cómic en España. © Imagen cedida por Paco Roca

A Paco Roca el éxito de 'Arrugas' le cambió la vida. Desde entonces, se ha convertido en uno de los grandes referentes del cómic español —recientemente recibió la Medalla de las Bellas Artes—. Su talento artístico le permite combinar la finura de sus dibujos con unas inquietudes narrativas que le han llevado a explorar nuestra historia más reciente, también la suya, y a reivindicar la grandeza de muchas vidas anónimas.

Después de años publicando en revistas como El Víbora, fue su tercer libro (Arrugas) el que supuso un punto y aparte en la trayectoria del ilustrador Paco Roca (Valencia, 1963). La obra se convirtió en una homónima película de animación dirigida por Ignacio Ferreras, que le valió al dibujante un Goya al mejor guion adaptado. Desde ese instante, con cada nuevo trabajo ha ido aumentando su prestigio artístico. Su último cómic, Regreso al Edén, es un viaje a la Valencia de la posguerra y toma como referencia experiencias vividas por miembros de su propia familia durante una época política y socialmente muy dura. Hasta el 24 de abril podrá verse en el Centro Cultural La Nau de Valencia una exposición basada en fotografías y documentos relacionados con ella.

¿Elegiste tú dibujar o fue el dibujo el que te eligió a ti?
Todo vino dado por la necesidad de contar historias. Si se me hubiese dado bien escribir quizá las habría escrito, pero lo que se me daba bien era el dibujo. Crecí en los años setenta, así que para hacerlo solamente necesitaba unos folios, unos rotuladores y unos lápices. Con eso ya podía contar cualquier historia y hoy sigue siendo mi manera de hacerlo.

En 2012 hubo una exposición sobre tu trabajo titulada Dibujante ambulante, ¿serviría ese concepto para definirte como creador?
Durante mucho tiempo, y hasta que llegó la pandemia, esa ha sido un poco la norma. Hasta 2007 llevaba una vida bastante tranquila: al fin había conseguido tener tiempo para dibujar, pero llegó Arrugas y lo cambió todo. Desde entonces rara ha sido la semana en la que no haya tenido entrevistas, actos, viajes… Cuando al fin ya podía vivir de los cómics empecé a tener menos tiempo para poder hacerlos. Y para mí, que lo que me gusta es dibujar, ha sido difícil conseguir el equilibrio para seguir produciendo y a la vez ser un dibujante ambulante.

“Cuando al fin pude vivir de los cómics empecé a tener menos tiempo para poder hacerlos”

Lo que estás contando no deja de resultar paradójico…
El cambio que impuso la gran acogida de Arrugas fue bastante repentino. Hasta ese momento nada de lo que había hecho había tenido gran repercusión. Dibujar no me reportaba ningún beneficio: vivía de la publicidad y trabajaba en los cómics el resto del tiempo. Por la temática que toca [tiene como protagonista a un anciano con alzhéimer] tampoco confiaba en que Arrugas cambiara mi carrera, pero salió en Francia y empezó a funcionar allí. Luego también en España y entonces me dieron el Premio del Salón del Cómic de Barcelona, el Premio Nacional del Cómic… En cuestión de un año mi vida laboral y personal cambió radicalmente.

En alguna ocasión has declarado que tu trabajo consiste en contar historias e intentar comprender el mundo.
Creo que, como decía Picasso, el arte le sirve al creador para conocer el mundo. Además, tengo la suerte de que el tipo de cómic que hago es muy personal. Puedo mostrar en mi obra aquello que me preocupa, no me veo encorsetado por los encargos. Por eso reflexiono sobre lo que me rodea y por el camino me comprendo mejor a mí mismo. Además, tengo la suerte de que lo que me apetece dibujar es algo que a muchos lectores también les apetece leer.

Dibujar historietas al final es también una especie de terapia…
Para mí el cómic no es el camino para comunicar una certeza, es el camino para comprender algo: un tema, un personaje... Y ese recorrido, que va desde que empiezas a trabajar la historia hasta que la terminas, te transforma.

¿Cuál es la historia que más te ha removido por dentro?
Mis cómics no suelen ser muy alegres y por eso todos me remueven un poco. Para Arrugas realicé un trabajo de documentación en residencias de ancianos que tuvo momentos complicados. También fue duro dibujar algunas partes de Los surcos del azar o de La casa, en ese caso por circunstancias personales ya que acababa de morir mi padre. Pero al final son procesos enriquecedores. Cuanto más honesto eres, más sacas de ti y más vences el pudor, mayor es la recompensa porque el trabajo te reconcilia contigo mismo o con tu pasado. Y los lectores terminan viendo más de lo que tú pones en la historia.

A finales de 2021 te concedieron la Medalla de las Bellas Artes, ¿te has convertido en uno de los máximos representantes del cómic español?
Depende de dónde pongas el foco. Lo mío ha sido un golpe de suerte que te da cierta visibilidad en la cultura española, pero hay autores que tienen más proyección en otros países, como ocurre con Ana Miralles en Francia. En mi caso, me hace llegar a un público más amplio, a otras áreas de la cultura, a la televisión, a los periódicos, a los museos, a las ferias literarias… Es cierto que, gracias a galardones como el Goya o la Medalla, el cómic trasciende su propio ámbito, pero hay que recordar que antes ha habido otros dibujantes que también han obtenido ese tipo de reconocimientos.

“Para mí el cómic no es el camino para comunicar una certeza, es el camino para comprender algo”

Arrugas se convirtió en película de animación y, más recientemente, Alejandro Amenábar adaptó El tesoro del Cisne Negro para crear La Fortuna. ¿Se te hace extraño asistir a ese tipo de transformaciones?
En el caso de La Fortuna fue toda una sorpresa. Admiro mucho a Alejandro y pensar que alguien como él, que podría adaptar cualquier libro o cómic —o escribir sus propias historias—, se ha fijado en algo que he hecho yo me sube la moral. También es muy interesante comprobar cómo una historia puede narrarse de otro modo: tú escoges unos elementos y los ordenas de una manera, pero entonces llega alguien como Amenábar y desmonta esa versión para crear la suya. Creo que lo peor que le puede pasar a cualquier autor es ser demasiado endogámico; puedes aprender mucho dialogando con otras disciplinas.

¿Qué proyectos tienes ahora mismo entre manos?
Llevo un tiempo trabajando en una historia sobre Cat Woman que transcurre en España, pero DC Comics ha tardado en dar luz verde al guion y me ha pillado inmerso en otro proyecto. Tiene lugar en 1940 y vuelve a ser un trabajo sobre la memoria. Se basa en una historia real acerca de la represión franquista porque cuando te metes en capítulos de la Guerra Civil y el franquismo las historias son inagotables. Estoy elaborándola con el periodista de El Mundo Rodrigo Terrasa y en eso estoy concentrado. Ahora no me apetece hacer Cat Woman, primero quiero terminar esta.