Galería Marlborough

La contemporaneidad era esto

22/02/2022 · Por Rocío Navarro
Galería Marlborough
Interior de la galería Marlborough. © Imagen cedida por la galería Marlborough

La Marlborough aterrizó en Madrid en 1992 y desde ese instante se convirtió en una referencia para los amantes del arte contemporáneo. Una relación con España que arranca décadas atrás, cuando uno de sus fundadores, Frank Lloyd, se fijó en la obra de Juan Genovés. Sus espacios y paredes han visto pasar creaciones de artistas españoles como Martín Chirino, Soledad Sevilla o David Rodríguez Caballero que, gracias a la apuesta de la galería, consiguieron trascender nuestras fronteras.

Los orígenes de la Marlborough en Madrid se dibujaron años antes de la inauguración de su sede en la capital en 1992. La galería, que apareció en la escena internacional un año después del final de la II Guerra Mundial, apoyó de forma rotunda el arte español crítico con el régimen durante la dictadura, siendo Juan Genovés su primer fichaje. Así lo comparte con nosotros Belén Herrera (Madrid, 1979), directora de la galería desde 2003. Como cuenta la galerista, era el talento artístico vernáculo lo que interesaba a los fundadores y esto culminó con la apertura de la sede madrileña a principios de los noventa. Durante los siguientes 30 años, de la mano de la Marlborough el panorama artístico nacional se visibilizó a gran escala en todo el mundo.

¿Cuál fue la primera colaboración entre la Marlborough y el arte español?
El primer fichaje que realizó la galería fue el de Juan Genovés. De hecho, ahora estamos preparando un proyecto muy ambicioso en las sedes de Nueva York y Londres. Será un recorrido histórico por la obra que desarrolló durante la dictadura, un arte político, un arte comprometido. En Nueva York se podrá ver a partir de la primavera.

¿Qué es lo que atrajo a la Marlborough del talento español?
Nos interesaban los artistas auténticos y empapados de la realidad del momento. El propio Frank Lloyd, fundador de la galería, mantuvo un encuentro con Juan Genovés —artista contrario al régimen— en la XXXIII Bienal de Venecia en 1966 y le dejó un pequeño espacio en el Pabellón de España. Ahí arrancó su colaboración con la galería.

“El talento de los artistas es trasladarnos lo que sienten y plasmarlo de manera virtuosa a través de diferentes disciplinas artísticas”

La Marlborough se inauguró en Madrid en 1992 con una gran exposición sobre Francis Bacon, ¿por qué se eligió a ese artista?
Bacon visitaba regularmente Madrid por una pareja y un gran amigo, pero también porque iba muy frecuentemente al Prado. Allí contemplaba a sus adorados artistas, como Velázquez o Goya, que manifiestan esa pulsión, esa violencia que luego vemos en su propia obra. Por esa relación con nuestro arte nos sentimos muy orgullosos de traer la exposición de Bacon, que finalmente resultó póstuma, en octubre de 1992.

¿Cómo contribuyó la Marlborough a transformar la escena del arte contemporáneo madrileño y, por ende, español?
Apoyando a artistas como Antonio López, Luis Gordillo o Lucio Muñoz, que a partir de ese momento tuvieron la posibilidad de exponer fuera de sus fronteras de la mano de una galería de renombre. Contribuimos a exportar ese arte y que llegase a grandes museos de Norteamérica gracias a la relación entre artistas y galería.

Los galeristas tenéis un ojo especial para reconocer el talento, ¿cómo definirías este concepto?
El talento de los artistas es trasladarnos lo que sienten y plasmarlo de manera virtuosa a través de diferentes disciplinas artísticas. Todos nuestros artistas de la escena contemporánea tienen en común una ilusión por la vida y una curiosidad que les lleva a expresar lo mismo —sus miedos, sus pasiones, etc.— de diferente manera. Por tanto, es la capacidad de desarrollar esa curiosidad de una manera tan mágica que es contagiosa.

¿Cómo ha conseguido la Marlborough mantenerse como un referente en arte a lo largo de tres décadas?
La clave está en conocer bien el territorio donde se establecen las sedes, tanto las necesidades de sus artistas como las de los coleccionistas. También están apoyadas por grandes nombres de la escena contemporánea internacional que forman parte de ella. En esta edición de ARCO pretendemos traer esa internacionalización como concepto del 30º aniversario y compartir ese calado.

¿Qué papel juegan en la galería los nuevos talentos?
Es importante conformar un elenco de artistas que acompañe a los tiempos. Poco a poco, incorporamos nuevos nombres que configuran el hilo conductor de nuestra marca. Es un reto, pero también muy bello ver cómo se desarrollan de manera tan brillante figuras como Hugo Fontela, que ha expuesto en Nueva York con gran éxito junto a grandes nombres de generaciones previas. Buscamos ese equilibrio, y seguir descubriendo y apoyando carreras de artistas más jóvenes.

“Nuestros coleccionistas tienen muy buen ojo y no necesitan contemplar la pieza en vivo, saben discernir lo que les gusta y lo que no”

¿Se han redibujado las bases de la galería en el escenario pospandémico?
La pandemia ha desencadenado nuestra reinvención, poniendo el foco en la digitalización. Aunque seguimos necesitando ese acercamiento más directo, también desarrollamos herramientas como la presentación virtual de exposiciones para facilitar la difusión de nuestros contenidos. Eso nos permite disfrutar del arte desde casa o comprar desde ella. Nuestros coleccionistas tienen muy buen ojo y no necesitan contemplar la pieza en vivo, saben discernir lo que les gusta y lo que no.

¿Es la última exposición que habéis acogido, Año Zero, una manifestación de este hecho?
Año Zero fue como el despertar después de la pandemia. No sé si se trata de una época de cambios, creo que es más bien un cambio de época en todos los sentidos. Toca espabilar y darnos cuenta de que estamos a tiempo de tomar las riendas del mundo, también del arte. En esta exposición nos centramos en artistas españoles y en cómo nos hemos apoyado durante la pandemia. Eso se aprecia en obras como las de Soledad Sevilla, Luis Gordillo o Antonio López, que permiten ver cómo han afrontado estos nuevos tiempos los artistas.

“Un pintor o un escultor necesitan expresarse a través de la materia; ahí se reflejan los tiempos que les ha tocado vivir”

¿El acontecer de los tiempos define la producción artística?
Igual que un escritor se desahoga a través de la escritura, un pintor o un escultor necesita expresarse a través de la materia; ahí se reflejan los miedos, las pasiones, en definitiva, los tiempos que les ha tocado vivir. Lo que acontece en torno a un pintor, por ejemplo, se acaba perfilando en cada una de sus pinceladas o en la paleta seleccionada. Creo que lo que palpita es la vida y la forma en la que cada uno se manifiesta.

¿Sobre qué concepto se articulará la muestra de la galería en la próxima edición de ARCO?
Por una parte vamos a aludir a los orígenes de la Marlborough en Madrid con obras de Juan Genovés o Eduardo Arroyo, pero también reflejaremos nuestra colaboración con otras sedes internacionales con obras de Ronald Kitaj o Julio Larraz, sobre quien vamos a hacer una gran exposición en primavera. También mostraremos piezas clave en la producción de Victor Pasmore, pionero en la abstracción en Inglaterra, o de Tomás Sánchez, con sus característicos paisajes que con tanto éxito ha desarrollado en Nueva York.