Exposición INGOYA

De cómo Don Francisco saltó a las pantallas

23/12/2021 · Por Carmen R. Cuesta
Exposición INGOYA
INGOYA invita a sumergirse en la obra del genial Francisco de Goya. © Jesús Varillas

La muestra INGOYA sumerge al espectador en la obra de Goya con el espíritu de complementar, no reemplazar, aquello que puede observarse en las principales pinacotecas del mundo mediante una puesta en escena novedosa, visual e inmersiva. Las más de mil imágenes a alta resolución proyectadas sobre grandes pantallas y acompasadas por la música de maestros como Falla, Granados o Albéniz son la clave de una exposición que ya ha pasado por Granada y que puede visitarse ahora en Madrid.

Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 1746 - Burdeos, 1828) fue un adelantado a su tiempo, vanguardista en cuanto a enfoque y rompedor en su descripción satírica y descarnada de una época convulsa. También fue un hombre tremendamente curioso, interesado siempre en el conocimiento. Uno de sus últimos dibujos, Aún aprendo, da una muestra clara del carácter de un pintor que incluso en su senectud continuaba tratando de dominar nuevas técnicas y materiales.

De nuevos formatos y tecnologías bebe precisamente INGOYA, la exposición que puede visitarse hasta el 16 de enero en el madrileño Centro Cultural Fernán Gómez. Se trata de una muestra inmersiva que, a través de 40 proyectores de última generación y más de mil imágenes a alta resolución emitidas sobre pantallas de grandes dimensiones, consigue que el público se sienta dentro de las obras. En resumen, una experiencia distinta, que permite ver de otra forma más de 200 pinturas y dibujos de Goya pertenecientes a 20 colecciones públicas y privadas de todo el mundo, y a la par complementaria a las exposiciones sobre el pintor que pueden disfrutarse en las pinacotecas.

Para Yolanda Bergareche, directora de la exposición, INGOYA ha sido un proyecto vital que ha durado casi un lustro y que no ha hecho más que empezar. “Mi afán, cuando pensamos INGOYA hace más de cuatro años, era que la gente conociera mejor a Goya. En ningún momento competir con el cuadro real, sino que el público que nos visitase quisiera ir después a ver la obra original”, explica. Por eso INGOYA cuenta, de entrada, con una sala didáctica, algo poco habitual en este tipo de exposiciones inmersivas. “Queremos mostrar también todo aquello que Goya vivió y todos los palos que tocó, que fueron muchos —afirma—. Lo diferente que es el Goya que pinta retratos de corte al Goya de las pinturas negras de la Quinta del Sordo”. 

A esa introducción didáctica le sigue la parte audiovisual. “Me gusta llamarla emocional porque en ella no hay que pensar, solo tienes que meterte dentro de sus pinturas”, asegura Bergareche. Como premisa, la obra completa se muestra siempre en una de las pantallas —“queríamos que la mirada del pintor estuviera siempre presente”, apunta— mientras que el resto se acerca al detalle, a esa pincelada o ese grumo, en una suerte de reencuadre al que acompañan obras musicales de grandes como Boccherini, Granados, Albéniz o Falla.

“La exposición tiene un fuerte componente emocional: no hay que pensar, solo meterte dentro de las pinturas de Goya”

Mostrar la riqueza de la obra de un autor tan polifacético ha sido posible gracias a la labor de un gran equipo de producción y postproducción, con Jorge Calvo a la cabeza, y a la colaboración de pinacotecas de todo el mundo. El diseñador y director Juan Delcán, afincado en Los Ángeles y artífice de, entre otros, los gráficos y audiovisuales de las giras de grupos como Aerosmith o U2, es la mente detrás de la historia que cuenta INGOYA. Cuando le propusieron unirse al proyecto, explica, no lo dudó: “He sido fanático de Goya desde pequeño y casi no dejé a Yolanda ni terminar la frase. Sí, adelante, vamos”. La puesta en escena de la exposición bebe directamente de su experiencia durante los últimos tiempos.

“Acababa de terminar la escenografía de Aerosmith en Las Vegas y vi cómo en el caso de Goya también podía funcionar —asegura Delcán—. Diría que INGOYA es casi un concierto: diferentes historias en distintas partes del espacio y un ambiente que te envuelve. En este caso, además, importa tanto qué nos rodea como quién nos acompaña. Ver cómo reacciona cada uno ante un cuadro o detalle”.

La muestra, a diferencia de otras exposiciones sobre Goya, no sigue un orden cronológico, sino que apela a esa “emoción” a la que hacía referencia su directora y agrupa las obras por temática, no por etapa ni medio. Así, se crea un diálogo entre las obras a través de sus grandes preocupaciones y vivencias: la corte, la violencia, la mujer o su crítica a los vicios de una sociedad corrupta son solo algunas de ellas.

“En INGOYA importa tanto qué nos rodea como quién nos acompaña. Ver cómo reacciona cada uno ante un cuadro o detalle”

“Goya es un artista difícil de ver”, afirma Delcán. La pintura de corte convive en el tiempo con cartones para tapices o con dibujos y grabados de marcada crítica social. “A la hora de crear INGOYA vimos esto como una ventaja: queríamos que fuera él quien contara la historia, sin forzar una estructura, simplemente tirar del hilo. Creo que si Goya hubiera nacido hoy sería director de cine [ríe]. Cada cuadro es una historia y toda su obra es narrativa”, explica. De ahí que la agrupación de las más de 200 pinturas que componen la exposición huya de un orden cronológico y se centre más en el mensaje del autor: “Cuando estudias a Goya te das cuenta de que ese lado oscuro, satírico y crítico está presente a lo largo de toda su vida, independientemente de la etapa más o menos convencional de su obra”, remata.

“Mi obsesión era ser fiel a la obra de Goya, no trastocarla —explica Delcán—. Han sido meses de investigación y de producción: no hay que olvidar que esta exposición es un espectáculo y cada espacio es distinto. Jorge Calvo ha dedicado, con un cariño y un genio tremendos, casi diez meses a plasmar esta idea, a reducir los cuadros en pequeñas piezas que permitan contar una historia”. Una historia que comenzó en Granada, que puede visitarse en Madrid hasta mediados de enero y que después saltará a Zaragoza y a otras ciudades, tanto de España como del extranjero. “Este proyecto es mi vida, un sueño, y ver que el público está disfrutando de INGOYA como lo está haciendo es una maravilla”, concluye Bergareche. ¿Su ilusión? Que la muestra, al igual que Don Francisco, llegue a Francia. A seguir aprendiendo.