Sergio Peris-Mencheta

Militante del teatro

03/06/2022 · Por Roberto C. Rascón
Sergio Peris-Mencheta (der.) y Juan Diego Botto (izq.) departiendo durante un ensayo de ‘Una noche sin luna’
Sergio Peris-Mencheta (der.) y Juan Diego Botto (izq.) departiendo durante un ensayo de ‘Una noche sin luna’. © marcosGpunto

Cada persona tiene su lugar en el mundo, y el de Sergio Peris-Mencheta es el teatro. Como director de escena y productor (Barco Pirata), este militante de las tablas busca contagiar su pasión y conquistar nuevos públicos. Riesgo, compromiso y emoción son las señas de identidad de sus obras, las últimas: 'Una noche sin luna', que opta a cuatro Premios Max, 'Ladies Football Club' o 'Castelvines & Monteses'.

Sergio Peris-Mencheta (1975) saltó a la fama hace justo 25 años con la serie Al salir de clase. Hoy, y tras una carrera cinematográfica que le ha llevado a codearse con estrellas internacionales como Sylvester Stallone o Helen Mirren, es uno de los grandes directores teatrales del país. De hecho, nos atiende a pocos días de la gala de los Premios Max, a los que acude como favorito junto a su ya inseparable Juan Diego Botto con la obra Una noche sin luna. De triunfar con este conmovedor viaje por la vida de Federico García Lorca, repetirían el éxito cosechado con Un trozo invisible de este mundo en la edición de 2014.

Tras 25 años de heterogénea trayectoria haciendo indistintamente cine, teatro y televisión, ¿qué amas más?
Son amores distintos. Como actor me siento más libre sobre un escenario, aunque tengo que reconocer que de un tiempo a esta parte también he tenido más libertad creativa en el medio audiovisual. Supongo que la edad me ha ido otorgando un respeto que al principio no tenía, y ahora me siento más escuchado como actor.

Pese a que los mayores reconocimientos te han llegado en el teatro, el gran público te conoce más por tu aparición en películas y series. De alguna manera, ¿te da rabia?
En absoluto. Me encanta poder hacer ambas cosas y que ambas me sigan planteando retos. La rabia para los rabiosos. Yo soy feliz dirigiendo y actuando: lo primero me da de vivir y lo segundo me da de comer.

De hecho, tu carrera arrancó con altas cotas de popularidad (Al salir de clase). Desde fuera, pareces alguien que no la echa de menos, ¿estoy en lo cierto?
Lo estás. No tengo el perfil de figura pública. No me gustan ni las fiestas ni los estrenos. Ni las fotos, los reportajes, las promociones… He conseguido ganarme la vida con una profesión que amo sin tener que pagar ese peaje.

“Yo soy feliz dirigiendo y actuando: lo primero me da de vivir y lo segundo me da de comer”

Pero antes que el cine o la televisión, siempre estuvo el teatro. ¿Cómo nace tu pasión por las tablas y la interpretación?
En el colegio siempre fui muy payaso. Tuve una profesora que me regaló una hora a final de curso para hacer una escena del Don Juan de Tirso de Molina con un compañero, también bastante trasto, y allí conecté con mi capacidad. Más tarde, en la Universidad Carlos III descubrí el teatro como profesión a través de Inés París y allí conecté con la posibilidad.

En 2011, junto a otros compañeros, fundas la productora Barco Pirata, que destaca por su teatro comprometido, ¿qué significa ese “compromiso” para ti?
El teatro siempre es compromiso. A diferencia de otras disciplinas artísticas, no permanece, no te lo puedes quedar. Su esencia es la del aquí y el ahora, y de eso habla hasta cuando no lo pretende. Además, todo aquel que se dedica al teatro lo hace por vocación, nunca por vanidad. Ninguna actriz ni ningún actor de teatro ha pasado a la posteridad, como sí lo han hecho en el cine o la televisión. Podemos oír hablar de Rodero o Bódalo, pero solo les ponemos cara por sus trabajos en el cine, que son muy pocos en comparación con lo que hicieron sobre las tablas. Hacer teatro es una militancia. El teatro nace y muere cada día, y dedicarle tu vida es una manera de entender la vida y, por lo tanto, la muerte.

Y hablando de compromiso, las mujeres que protagonizan tú último estreno (Ladies Football Club) saben bastante de eso, ¿no?
Como toda obra de teatro, Ladies Football Club habla de nosotros. Homenajea a nuestras abuelas, madres, hijas… A pesar de la mejoría, nos recuerda toda la tarea que aún tenemos pendiente en términos de género. A mí personalmente me ha demostrado que, aunque me pretenda feminista en la teoría, me habita un machirulo condescendiente y temeroso de lo femenino insoportable. Lidiar con ello ha sido, es y será, me temo, tarea de toda una vida.

En 2014 triunfaste, junto a Juan Diego Botto, en los Max con Un trozo invisible de este mundo, algo que este año podríais repetir con Una noche sin luna. ¿Qué os aportáis el uno al otro para alumbrar dos obras tan soberbias?
Somos dos amigos que se han descubierto a través del teatro. Dos amigos de la misma quinta que, a pesar de ser muy distintos, comparten un paraíso cultural, mental y emocional muy similar. Entendemos el arte y el teatro como un espejo y como una manera de sanarnos y sanar.

El gran (y único) protagonista de Una noche sin luna es Federico García Lorca, ¿es más necesario que nunca reivindicar su figura?
Federico es eterno, como lo es su obra: su poesía, su teatro, sus dibujos, sus conferencias… Mirarse en Lorca es darse la oportunidad de redescubrirse como artista, pero, sobre todo, como ser humano.

La pandemia no ha sentado bien a las salas de cine, ¿crees que el teatro aguantará mejor el golpe?
El teatro, como Lorca, también es eterno. Un ritual que una vez has probado con éxito —ver un espectáculo que te remueva— es difícil que no enganche. El arte en vivo, aquí y ahora, con toda su humanidad y su fragilidad. El compartir tiempo y espacio con un montón de gente desconocida que para por un instante sus vidas para, curiosamente, observar la vida.

“Mirarse en Lorca es darse la oportunidad de redescubrirse como artista, pero, sobre todo, como ser humano”

Atraer a los más jóvenes al teatro era uno de tus objetivos en Castelvines & Monteses, otra de tus últimas obras. Todo un reto, ¿no?
Un reto superado con nota. Nuestro propósito de fondo en Barco Pirata es la creación de públicos y por eso estamos obsesionados con recuperar a la gente joven. Y eso implica, entre otras cosas, afrontar imposibles como Castelvines & Monteses, un Lope de Vega con música en directo.

A lo largo de tu carrera has tenido la suerte de trabajar con grandes intérpretes en España, Estados Unidos, México, Francia... ¿Quién o quiénes te dejaron deslumbrado con su talento?
Como actor nunca he trabajado con Juan Diego Botto, pero como director sí le he visto trabajar durante muchos ensayos y es probablemente el actor que más admiro a día de hoy. Como actrices admiro mucho a María Isasi, Marta Aledo, Marta Solaz, todas y cada una de mis ladies y de mis castelvinas… Y tengo un recuerdo imborrable de Laia Costa que me parece una animalaca.

Y ya que hablamos de talento, ¿cómo lo definirías?
Para empezar sé que no es condición sine qua non para que te vaya bien. Hay otros factores, como la fortuna, que terminan siendo más determinantes, especialmente en lo profesional. Y me gusta más hablar de talentos en plural. Descubrir cuáles son tus talentos es tarea de toda una vida. Si tuviera que desearme algo a mí mismo y a mis hijos, sería aprender a aceptar lo que viene y lo que hay sin juzgarlo como bueno o malo. Y estar en paz con uno mismo, sin pelearse con las expectativas. De este modo, quizá sea más fácil que afloren los talentos.