Sonia Fernández-Vidal

La cara entretenida de la ciencia

26/10/2022 · Por Rosario Fernández
La física Sonia Fernández-Vidal tiene un propósito: acerca la ciencia al gran público
La física Sonia Fernández-Vidal tiene un propósito: acerca la ciencia al gran público. © Imagen cedida por Sonia Fernández-Vidal

La gran pasión de Sonia Fernández-Vidal es la ciencia. Y se nota. Su afán por acercarla al gran público, especialmente todo lo relativo a la física cuántica, la ha llevado a impartir clases en la universidad, a dar charlas en simposios internacionales e, incluso, a publicar varios libros de éxito. Elegida como una de las personas más creativas del mundo por la revista 'Forbes', la ciencia tiene en ella a la mejor embajadora posible.

Desde que tiene uso de razón, Sonia Fernández-Vidal (Barcelona, 1978) siempre soñó con ser científica, concretamente física porque “es el área del conocimiento que explica cómo funciona el universo”. Por sus venas corre un entusiasmo por la docencia heredado de sus abuelos y sus padres, razón por la que durante años fue profesora e investigadora del departamento de física de la Universidad Autónoma de Barcelona. Pero no solo eso. Su saber acumulado en centros de prestigio como el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN, Los Álamos National Laboratory (LANL) o el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO) lo ha plasmado en el mundo editorial de una forma sencilla, entretenida y apta para niños y no tan niños. La trilogía La puerta de los tres cerrojos, que, contra todo pronóstico, se convirtió en superventas y cuyos derechos se vendieron a doce países, o títulos como Quantic Love, Desayuno con partículas o El universo en tu mano dan buena fe de su labor por acercar la física cuántica al gran público.

¿Cómo surgió tu pasión por la ciencia?
Siendo pequeñita quería entender el porqué de todo y cómo funcionaba el universo en el que vivimos. Así que, desde que recuerdo, siempre quise ser científica. De hecho, decía que quería ser científica e irme a investigar a la Antártida. En Secundaria, cuando la estudié por primera vez, me pareció apasionante y pensé que daría respuestas a las preguntas que no paraban de bullir en mi cabeza. Ya en la universidad me topé con la física cuántica y fue un shock porque, de repente, nada funcionaba como ese reloj suizo que describían las leyes de la física, sino que las partículas fundamentales atravesaban paredes y podían estar en dos sitios a la vez. Pensé que el universo nos intentaba decir algo. Me quedé atrapada.

Para los poco doctos en el terreno de la física cuántica, ¿qué es y para qué sirve?
La física cuántica intenta describir las partículas fundamentales, que son más pequeñas incluso que los átomos y que son las que nos forman a todos nosotros y todo lo que vemos. Está más presente en nuestra vida de lo que imaginamos. De hecho, más de un tercio de nuestra economía se basa en ella. Todos los dispositivos electrónicos de hoy en día funcionan gracias a tecnología desarrollada con física cuántica.

“La gente está mucho más interesada por la ciencia de lo que parece, solo hay que encontrar un ángulo para hacerla atractiva”

Eres investigadora, divulgadora, escritora… ¿En qué campo te sientes más cómoda?
Son terrenos complementarios que me apasionan. Quizá por herencia llevo la docencia en las venas, ya que mis abuelos y mis padres fueron maestros. Dar clases en la universidad me gustaba mucho y, en cierto modo, los libros me parecieron una fórmula fantástica para llegar a más gente. La trilogía de Los tres cerrojos no deja de ser un cuento y una herramienta para enseñar de manera agradable. Estamos viviendo una era hipertecnológica, con una capacidad extraordinaria; sin embargo, la sociedad desconoce cómo funciona esa tecnología. Si algo puede hacernos más libres, eso es el conocimiento. Conocer cómo funcionan estas tecnologías es la herramienta que tenemos para empoderarnos.

Tus libros sobre física cuántica han sido todo un éxito. ¿Eso demuestra que la gente tiene interés por la ciencia si se la cuentan de forma cercana y amena?
La verdad es que no me esperaba que funcionasen tan bien. Como anécdota: al principio, uno de los comerciales de la editorial me preguntó si me había vuelto loca al pensar en lanzar un libro sobre física cuántica para niños. Finalmente, los números fueron muy buenos y ha sido interesante ver la reacción de los lectores. La gente está mucho más interesada por la ciencia de lo que parece, solo hay que encontrar un ángulo para hacerla atractiva. Muchas veces asumimos que un tema es difícil y que al gran público no le gusta, de manera que nos acostumbramos a ofrecer contenido menos elaborado y más simple.

¿Se valora el talento científico en España? ¿En qué situación se encuentra la ciencia en nuestro país?
La situación en España es bastante dramática, tenemos una fuga de cerebros tremenda. La ciencia en nuestro país siempre ha estado denostada y nunca la hemos introducido como parte de nuestra cultura. Los países anglosajones la tienen más integrada. No tenemos el conocimiento y, como sociedad, necesitamos tomar decisiones informadas.

“En Estados Unidos no les preocupa tanto el fracaso y no se penaliza tanto el error, un ingrediente esencial para desarrollar el talento”

Tú que has trabajado en el europeo CERN y en el estadounidense Los Álamos, ¿cómo trabajan el talento a ambos lados del Atlántico?
Ya hay diferencias entre uno y otro a nivel investigación. En Europa todo está muy estructurado —en España aún más—, ya que el catedrático es el catedrático y el doctorando está debajo de todo. Esa distinción es menor en Estados Unidos. Allí potencian el talento venga de donde venga y todo son facilidades. No les preocupa tanto el fracaso y no se penaliza tanto el error, un ingrediente esencial para desarrollar el talento.

¿Qué talento ha de tener o aprender alguien que quiera dedicarse a la ciencia?
Diría más bien qué es lo que no tiene que desaprender. Nacemos exploradores y científicos. Un niño quiere saberlo absolutamente todo y pregunta. Si no dejáramos desaparecer esa curiosidad innata, tendríamos una generación de científicos. Más allá de eso, lo resumiría como una mezcla de ingredientes: creatividad, imaginación y capacidad de innovar combinado con esfuerzo, disciplina y trabajo continuos.

“Un niño quiere saberlo absolutamente todo. Si no dejáramos desaparecer esa curiosidad innata, tendríamos una generación de científicos”

Hace tres años dejaste de dar clases en la Universidad de Barcelona. ¿En qué proyectos te has involucrado?
Estoy con un par de proyectos. Uno de ellos está a punto de salir y es el trabajo de una amiga mía, investigadora en Inteligencia Artificial. Su idea fue hacer una especie de La puerta de los tres cerrojos, pero centrándolo en ese tema. Ella y otra escritora arrancaron el proyecto y yo he colaborado guiándolas y dándoles mi feedback dada mi experiencia en el campo editorial. El segundo de mis proyectos, y en el que más centrada estoy, es una novela de ciencia ficción. Tiene mucho que ver con Los Álamos, donde se desarrolló el proyecto Manhattan. Aún está en pañales.

¿Hay algún científico al que admires y cuyo trabajo te haya servido de modelo?
Supongo que, como a muchos científicos de mi generación, Carl Sagan. Me sedujo cuando vi Cosmos de pequeña junto a mis padres y la he vuelto a ver mil veces. Era un poeta de la ciencia, ya que unía ambos mundos. Tenía la capacidad de transmitir conocimiento uniéndolo con la historia y otras tantas áreas de conocimiento. Para mí siempre ha sido un pilar como divulgador y como científico.