Tamara y Alberto Abalde

Talento (y baloncesto) en los genes

12/06/2019 · Por Mariano Lumbier
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Las sagas familiares siempre han estado presentes en el deporte de élite. Tamara y Alberto Abalde representan la renovación de esa evidencia para mayor gloria de la Selección Española de Baloncesto. © Alba Conesa

Que dos hermanos, como los Abalde Díaz, jueguen al baloncesto no es nada del otro mundo. Que ambos hayan profesionalizado su afición, tampoco. Ahora bien, que Tamara y Alberto militen en el mismo club, el Valencia Basket, y que los dos formen parte de la Selección Española de Baloncesto son ya palabras mayores. 

El periplo de estos hermanos acostumbrados al baloncesto de élite arranca con un padre enamorado de esta disciplina, Alberto Abalde Rodríguez, que jugó como profesional en varios clubes gallegos. “En casa siempre se ha respirado baloncesto. Imagino que algo vendría en los genes, porque este deporte, primero, te tiene que gustar mucho y, luego, se te tiene que dar bien”, explica, desde su 1,90 metros de altura, Tamara Abalde (Ferrol, 1989), pívot del Valencia Basket desde hace un año y medalla de bronce en el Eurobasket de 2009. “Cuando Tamara empezó a hacerse profesional ya no tuve escapatoria —añade Alberto Abalde (Ferrol, 1995) desde sus imponentes 2,02 metros de altura—. Para mí ella siempre ha sido una referencia. Iba a verla y prestaba mucha atención a cada paso que daba, a cada jugada. Me cuesta explicar todo lo orgulloso que me siento de ella”.

¿Cómo es posible que ambos hayáis recalado en el Valencia Basket?

Tamara: A Alberto lo ficharon hace tres temporadas y a mí al inicio de esta. Era una oportunidad muy buena en lo deportivo y la oferta, inmejorable. El hecho de que mi hermano ya estuviera aquí fue el otro gran aliciente. Llevábamos sin coincidir en un club desde que yo me fui de casa, con 18 años. Jugar como profesionales en la misma ciudad y en el mismo equipo era algo muy difícil, pero surgió y no quisimos dejarlo pasar.
Alberto: No compartimos piso como a nuestros padres les gustaría. (Risas). Ya somos mayorcitos, pero nos vemos mucho y disfrutamos un montón cuando estamos juntos.

¿Qué habilidad de tu hermana te gustaría tener?

Tamara: Es difícil quedarse con una sola habilidad de mi hermano porque Alberto es un jugador muy, muy talentoso y tiene un físico increíble. Me gusta mucho su carácter sobre la cancha, es un ganador nato, competitivo y trabajador. Desde muy pequeño ha tenido claros los pasos necesarios para llegar hasta donde está. Cuando se fija una meta no para hasta conseguirla. Creo que es algo difícil de ver en jugadores tan jóvenes como él.
Alberto: Me quedaría con su cabeza, con su forma de pensar. Es una jugadora muy inteligente, fuera y dentro de la pista, y siempre está bien posicionada. Tiene una capacidad de entrega y de sufrimiento increíbles. Cuando éramos pequeños y salíamos a correr yo acababa reventado y ella siempre podía ir más allá. Con el equipo es igual.

Cuando la profesión de uno consiste en competir, ¿se acaba teniendo un carácter competitivo?

Tamara: Yo soy muy exigente conmigo misma y supongo que eso acaba afectando a otros ámbitos de mi vida. Pero entre nosotros, como hermanos, jamás ha habido competencia. Nos alegramos y enorgullecemos enormemente de los éxitos del otro (casi yo más de él por ser mi hermano pequeño).
Alberto: Nunca nos hemos peleado. A mí gusta mucho competir, superarme y luchar, pero diferencio perfectamente entre los partidos y la vida fuera de la cancha. Lo mío es estar tranquilo y en paz.

¿De qué victorias os sentís especialmente satisfechos?

Alberto: En mi caso, de la reciente Eurocopa 2019, mi primer título importante como profesional y que distingue al Valencia Basket como tetracampeón de Europa. También cuando ganamos la Euroliga junior en Londres con el Joventut. Aunque no fue una victoria trascendente, para todos los que la protagonizamos fue algo inolvidable y dio pie a un grupo de amigos para toda la vida. Otro momento, antes de venirme al Valencia, fue cuando con el Joventut las cosas estaban muy complicadas y tuvimos que luchar contra el descenso; no quería irme de un club que tanto quiero viéndolo caer. Al final, jugando en casa contra el Bilbao y con el estadio lleno, hicimos un gran partido y vencimos manteniéndonos en la ACB.
Tamara: Yo me quedaría con la primera medalla de oro que gané con la selección cadete en mi primer Europeo junto a varias de las que hoy son mis mejores amigas. Otra victoria importante fue el Campeonato de Europa junior que jugamos en Tenerife y en el que contamos con un apoyo enorme de la afición. Fue un campeonato difícil, pero disfruté muchísimo y al final nos hicimos con el oro. Y el tercer momento, más que la victoria de un partido, fue el entrar en la lista de las doce de los Juegos Olímpicos de Pekín. Es uno de los recuerdos más bonitos que tengo jugando al baloncesto: el desfile en la ceremonia de apertura, la estancia en la villa olímpica o jugar con la camiseta de España son recuerdos imborrables.

¿Cómo se prepara uno para esas listas de convocados en las que puedes estar o no?

Alberto: Yo creo que la única manera de vivir el día a día pasa por no obsesionarse con el futuro. Creo que es la única fórmula para tener éxito en el deporte de élite.
Tamara: Al final es inevitable no ilusionarse con todo, con tu club, con las victorias de la temporada, con entrar en la selección… Y, claro, puedes llevarte muchos chascos, porque en la vida de cualquier deportista habrá siempre más derrotadas que victorias. Hay que celebrar cada pequeña victoria y asumir que esto es un juego en el que no todo depende de ti.

El deporte de élite es muy duro. No hay un día en el que no te duela algo

¿Os ha quitado algo el hecho de ser jugadores de élite?

Alberto: Puedes perderte cosas como un viaje de estudios o las fiestas del verano, ese tipo de cosas. El deporte de élite es muy exigente, hay que convivir con muchas presiones y siempre hay que estar en las mejores condiciones físicas. Y eso es muy duro. No hay un día en el que no te duela algo. Lo raro es cuando no te duele nada. Dicho todo esto: yo no cambiaría nada. Me siento, nos sentimos afortunados, y estamos muy agradecidos.

¿Qué tenéis pensado para después de vuestra etapa profesional?

Tamara: Yo, como acabo de cumplir 30, estoy más cerca que él. (Risas). A Alberto todavía le queda mucha carrera. Yo he estudiado Turismo y he hecho un máster en Comunicación y Relaciones Públicas. Me gusta mucho el marketing y durante los veranos, cuando tengo tiempo, hago prácticas en hoteles. Me gustaría enfocar mi carrera por ahí. La situación de las mujeres en el deporte poco se parece a la de los hombres; nuestras remuneraciones no dan para vivir de ellas toda la vida. Siempre he tenido claro que necesitaba un plan b.
Alberto: Yo aún no me he puesto a pensar en ello. Lo veo aún muy lejos, la verdad. (Risas). Estoy estudiando Marketing y Comunicación, aunque ahora mismo lo tengo un poco aparcado porque no encuentro tiempo. Me cuesta pensar en el final de mi carrera deportiva. La verdad es que aún no tengo plan b.