Marina Núñez

El arte de la perseverancia

25/02/2022 · Por Roberto C. Rascón
Marina Núñez, artista
Marina Núñez observa una de sus obras en la galería La Gran de Madrid.

Marina Núñez cambió el pincel por el ratón, y el óleo por el 'software'. La perseverancia, de la que hace gala mientras retoca alguno de los cientos de fotogramas por minuto que componen sus vídeos, fue siempre su mejor aliada. Una actitud hacia el arte que intenta inculcar a sus alumnos, los cuales, paradójicamente, prefieren las técnicas más tradicionales en detrimento de las digitales. Algunas de sus obras pueden observarse en la actual edición de ARCO.

Las obras de Marina Núñez (Palencia, 1966), que podremos observar hasta el 9 de abril en la galería La Gran de Madrid y en ARCO (24 al 27 de febrero), no dejan indiferentes y tras conocer su propia concepción del arte entendemos mejor por qué. “El arte es una experiencia integral que apela al intelecto, pero también a los sentidos, las pasiones, las emociones, el cuerpo… Me interesa que esa experiencia sea una conmoción y que solucione enigmas, pero, sobre todo, que provoque otros nuevos y te sitúe ante un abismo”.

Y así se siente el espectador al ponerse frente a una creación de la artista palentina. Un espectador que con su mirada interpreta la obra y puede llegar a resignificarla o al menos, como reconoce la propia Marina, a ofrecer una visión completamente nueva. “Cada persona ve cosas diferentes. A mí me ha pasado muchísimas veces que la interpretación de los espectadores me ha interesado mucho más que el pequeño relato que yo me había hecho en mi cabeza”.

“Todo arte es político, no hay una imagen inocente. Todas están llenas de ideología, hasta la que parezca más inocua”

La mujer y el feminismo siempre han formado parte del imaginario de Marina y, aunque reconoce que sus imágenes no son políticas explícitamente, sí tiene claro que toda forma de arte lo es: “No hay una imagen inocente. Todas están cargadas de ideología, hasta la que parezca más inocua. No se trata de que el artista decida o no ser político, sino que no hay ninguna imagen que no esté cargada”.

Los seres que pueblan las obras de Marina, alejados del canon o directamente al margen de él, pueden parecer monstruosos a primera vista, pero tras una detenida observación se metamorfosean en pura humanidad, en imperfecta perfección. “La representación de lo monstruoso en el arte tiene que ver con cuestionar la belleza como un concepto fundamentalista que deja fuera a tanta gente. Tiene un punto de subversión, de reivindicación de un sistema en el que no mande un canon tan estrecho”.


La narrativa del arte digital
Marina es una gran aficionada a la literatura, especialmente a la ciencia ficción, y nos confiesa su atracción desde pequeña por los efectos especiales del cine, algo que ha influido en su obra y que está en el germen de su salto de la pintura al arte digital. “Soy muy narrativa y me parecía que contaba mejor las historias en una secuencia, aunque fuera de un minuto o menos, que con una sola imagen fija”. Aunque optara por aparcar el pincel, la artista no reniega de las técnicas más tradicionales. “Un dibujo a lápiz sobre papel va a ser siempre tan pertinente como la última tecnología”.

La tecnología marca el día a día de la palentina, que trabaja con software en su casa-estudio de Madrid para crear sus obras. “Me gusta las posibilidades que ofrece, no te digo que a veces no me desespere porque algunos programas son amables y otros más complicados, pero acabo encontrando solución”. Paradójicamente, esa pasión no la percibe Marina entre sus estudiantes —imparte clase en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Vigo—. “Entre mis alumnos, que son nativos digitales, no veo el más mínimo interés en nada que se parezca al ordenador. Le tienen algo de alergia, todo el mundo quiere hacer cosas analógicas”. Esa actitud lleva a Marina a pensar que, aunque las tecnologías digitales han llegado para quedarse también al mundo del arte, su camino no tiene por qué ser necesariamente creciente.

“Entre mis alumnos, que son nativos digitales, no veo el más mínimo interés en nada que se parezca al ordenador”

El arte digital está en ciernes y quizás por ello tanto estudiantes como aficionados al arte no sean conscientes aún de todas sus posibilidades. “La gente no tiene la idea de que el vídeo también se puede tener en casa como un cuadro. Simplemente, tienes un monitor y le puedes poner un marco… Las formas de exponer el arte digital son ilimitadas”. La propia Marina cuenta en su estudio con un display enmarcado, que muestra con orgullo, donde van relevándose obras que le apasionan, tanto propias como ajenas.

Aprender a hacer arte
“Nunca he creído, y así se lo digo a mis alumnos, que haya talentos innatos, ni musas, ni nada parecido, nada de magia”. Si así fuera, afirma Marina, sería espantoso ser profesora y comparte su modus operandi. “Se puede enseñar a hacer arte. Yo no pienso en términos de quién tiene talento, sino más bien en ayudar a que cada uno descubra lo que quiere hacer, que quizás sea lo más difícil, y a partir de ahí a sacarlo adelante y formalizarlo”.

“Nunca he creído, y así se lo digo a mis alumnos, que haya talentos innatos, ni musas, ni nada parecido, nada de magia”

Marina sabe bien lo que dice y es que su trayectoria en el arte digital ha sido completamente autodidacta. “Cuando yo estudiaba no había ninguna enseñanza relacionada con tecnología, así que lo he aprendido todo sola”. La perseverancia, unida a la pasión por el arte, es la que marca la diferencia en este mundo por encima del talento. “No es un mundo fácil, entonces o tienes una enorme fuerza de voluntad o te quedas en el camino. Diría que muy por encima del talento están las ganas reales de estar ahí, aunque no tengas visibilidad durante un año, ni dos, ni tres, ni diez, ni quince”.

Los referentes, apunta Marina, también son fundamentales y recuerda quienes fueron los suyos. “Cuando estudiaba, para mí fue muy importante que hubiera personas tan potentes en mi entorno, y que fueran mujeres —para entender que yo también podía estar ahí— como Eva Lootz, Concha Jerez o Paloma Navares”. Hoy, perfectamente podría ser ella, Marina Núñez, la referencia para cientos de estudiantes que sueñan con dedicar su vida a las Bellas Artes. Escúchenla: perseverancia.