Antoni Arola

El maestro de la luz

30/09/2022 · Por Rosario Fernández
Antoni Arola recibió el Premio Nacional de Diseño en 2003 en reconocimiento a su trayectoria
Antoni Arola recibió el Premio Nacional de Diseño en 2003 en reconocimiento a su trayectoria. © Elisenda Fontarnau

El diseño encontró a Antoni Arola y no al revés. Vio la luz y empezó a crear inspirándose en ella hasta convertirse en uno de los diseñadores más relevantes de España (y del mundo). Así lo atestiguan los múltiples reconocimientos recibidos y el interés que despiertan sus exposiciones. Utilidad, sí, pero también belleza y esencia son las claves de sus artesanales trabajos, que traslucen una forma única de ver la vida.

No siempre lo tuvo claro, pero aquel mal estudiante del que su madre decía que dibujaba muy bien tuvo una revelación en el momento en el que entró a trabajar en una tienda de diseño con solo 17 años. Antoni Arola (Tarragona, 1960) descubrió que aquello del diseño le gustaba y decidió irse a Barcelona a estudiar, para más tarde trabajar en el Estudio Lievore y Piense, y en AD Associate Designers hasta fundar en 1994 el estudio que lleva su nombre.

Desde entonces, Arola no ha cesado en su búsqueda de la belleza en muy diversos territorios, que abarcan desde iluminación a mobiliario, pasando por envases o instalaciones artísticas. Su trabajo se ha expuesto en ciudades de todo el mundo, como Barcelona, Milán, Londres, México, Nueva York o Tokio, y en su haber cuenta con galardones como el Premio Nacional de Diseño, el Delta de Plata —en cuatro ocasiones— y el Red Dot Design Award, entre otros reconocimientos.

¿De dónde viene tu pasión por el diseño y cómo empiezas a desarrollar tu talento?
De pequeño tenía facilidad para dibujar. A eso hay que añadirle que era mal estudiante y bastante rebelde, y que solo aprobaba lo típico: dibujo y gimnasia. Con 17 años, por casualidad y gracias a un vecino, entré a trabajar en una tienda de diseño italiano muy contemporánea y vanguardista, un estilo que se conocía poco en aquella época. Ese trabajo me educó sobre este universo, que se me hizo muy cómodo y familiar. A raíz de esa experiencia decidí irme a Barcelona a estudiar diseño. Y hasta ahora.

Entonces se puede decir que lo tuyo no fue vocacional. ¿Tenías pensado dedicarte a otra cosa?
El plan B aún lo sigo teniendo, pero cada vez empequeñece más. Adoro la música, que es mi otra gran pasión, pero cuando me vine a Barcelona a estudiar, quizá antes, me di cuenta de que tenía mucho mejor ojo que oído [risas]. Me hubiera encantado ser músico, pero no afino nada; desgraciadamente no tengo ese don.

“El diseño que más me interesa es el que ha surgido de la necesidad y la experiencia. Es un diseño sin ego, con utilidad y con esencia”

¿Qué es el diseño para ti?
Es una forma de vivir, quizá de ver la vida.

¿Y podrías concebir la vida sin diseño?
No, imposible. El diseño existe desde que el ser humano es ser humano. Cualquier herramienta o utensilio, por primitivo que sea, tiene diseño. De hecho, ese es el diseño que más me interesa, el que no tiene la firma de alguien, sino que ha surgido de la necesidad y la experiencia. Es un diseño sin ego, con utilidad y con esencia. Algunos diseños contemporáneos reúnen estas características, pero no todos.

¿Cuál es ese diseño contemporáneo que te interesa?
Los diseños atemporales que cumplen los requisitos de utilidad y esencia. Por ejemplo, hay algunos hechos en los años 60 que continúan funcionando perfectamente y no tienen un fin. Nombres como los de Achille Castiglioni, Arne Jacobsen, los Eames, o muchos otros, gente que ha marcado y sigue marcando el mundo del diseño.

¿El diseño tiene que ser útil o no tiene por qué?
Lo de la utilidad del diseño es una consigna de posguerra, de la Bauhaus. Una vez superada la posguerra, una época en la que se necesitaban objetos útiles y el diseño no podía entretenerse tanto en la belleza porque había que comer, no todo tiene por qué ser útil. Hoy prácticamente tenemos resueltas casi todas nuestras funciones, por lo que la utilidad no es una necesidad. Así, por ejemplo, las flores en un balcón no son útiles, pero tienen una función simbólica y estética.

¿Cómo definirías tu estilo?
Hablar de uno mismo siempre es muy difícil, pero además creo que en mi caso lo es más aún porque hago cosas muy diferentes. Mi campo es muy amplio, centrado en la luz, pero lo mismo concibo una instalación artística que diseño una lámpara. Lo que busco con mi trabajo es que sea atemporal, que transmita unos valores y unas esencias de belleza. La luz es algo común a todo lo que hago, al igual que la discreción, porque no pretendo hacer ruido, sino que las cosas convivan amablemente. Conseguir que un objeto enamore también me interesa, pero es muy complicado. Se trata de lograr que las personas, además de usarlo, sientan afecto por él.

¿Qué motiva e inspira tu talento?
Me motiva la vida y también la autoexigencia, y me inspira todo: los viajes, la naturaleza, los libros, la música, la gente… Pero desde un punto de vista muy exigente, muy filtrado por mi criterio y mi sensibilidad.

“Conseguir que un objeto enamore es muy complicado. Se trata de lograr que las personas, además de usarlo, sientan afecto por él”

A lo largo de tu carrera, tu talento ha recibido numerosos reconocimientos. ¿Para qué sirven los premios?
Los premios reafirman que lo que estás haciendo está más o menos bien, pero a la vez también te alejan del cliente porque te miran como si fueras muy caro. Esa sería la cara negativa.

¿En qué momento se encuentra el diseño en España?
No está mal, pero iría más allá y diría que, al final, el diseño no es de ninguna parte. En este tipo de profesiones, cada vez más, la nacionalidad desdibuja. Tal vez se debería hablar más de dónde se ha formado el diseñador. En España hay buenas escuelas de diseño y creo que siempre hemos tenido creatividad, quizá lo que nos falta es industria, de la que hemos carecido siempre. La primera vez que fui a Italia a ver a un fabricante de muebles me impresionó mucho el hecho de que lo que piensas y dibujas se realiza. Es un placer. Culturalmente, y me refiero al conjunto de la sociedad, aún estamos lejos de países como Italia, Inglaterra o Alemania. Siempre hay excepciones y, de hecho, se podría decir que España es un país de excepciones, de genios, más que de grandes corrientes.

Iluminación, mobiliario, instalaciones artísticas, ¿hay algo que aún no hayas hecho y te apetezca?
Tengo aún muchos proyectos pendientes y espero realizarlos. Un campo al que le tenía ganas era el de las instalaciones artísticas, algo que hemos llevado a cabo en los últimos años y que está funcionando muy bien. He de confesar que hay algo en la arquitectura que siempre me ha interesado. Junto con un amigo arquitecto hemos hecho una casita y he podido comprobar que es un terreno que me gusta mucho, no para hacer grandes proyectos pero sí algo pequeño. También me apetece volver a pintar, algo que hacía a menudo cuando era joven.