Aitor Saraiba

Poemas y dibujos con poderes sanadores

30/10/2019 · Por Rafa Cervera
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El ilustrador y poeta Aitor Saraiba. © Cortesía del artista

Borges y Bolaño son sus grandes referentes, pero el campo de acción de Aitor Saraiba va más allá de la literatura. Creador por encima de cualquier disciplina, este artista total conjura la magia a través de sus obras, confiriéndoles un poder curativo. Su último libro es un buen ejemplo de ello.

Aitor Saraiba (Talavera de la Reina, 1983) se vale de diversas vías para expresarse. Escribe, fotografía, dibuja, pinta, crea cerámicas… Todo ello en función de lo que en ese momento quiera expresar. Su espíritu nómada lo ha llevado a vivir en Los Ángeles, México, Guinea-Conakri, Barcelona y Madrid, donde reside actualmente. Considerado como uno de los ilustradores españoles más solicitados del momento, Aitor Saraiba es, entre otras cosas, autor de varios libros en los cuales las historias escritas conviven con los dibujos. Obras en las que conjuga la magia y la poesía, la inocencia y la oscuridad.

En su nuevo libro, Me encanta cuando tus garras acarician mi alma, a caballo entre la prosa y el verso, se describe una tortuosa relación de amor entre dos hombres en la que autor y narrador son la misma persona.

A pesar de que este es un libro sincero, no hay trazas de rencor entre sus páginas.

No se puede escribir desde el rencor ni desde el dolor, hay que hacerlo desde la sanación para que el lector pueda identificarse con lo que cuentas. De lo contrario, sería como un mensaje de Whatsapp que escribes y envías enfadado.

Hay que destacar el hecho de que haya una voz masculina ejerciendo de narradora sin miedo a mostrarse vulnerable.

Si yo me muestro así empujo al lector a que también se sienta así. Hay quien lee mis libros y me dice que le produce mucho pudor. A mí me ocurre lo contrario. Llevamos muchas máscaras, vivimos muy distanciados unos de otros, con fronteras de todo tipo. Si no nos mostramos tal y como somos…

Este libro está escrito en soledad y se lee en soledad. Es algo muy meditado y madurado para que llegue a manos de alguien que va a ser generoso con su tiempo y va a intentar acercarse a lo que has contado. Se puede enviar un mensaje de vulnerabilidad sin que parezca que estás desnudo; o si lo estás, que el otro te respete desde esa intimidad.

“Almodóvar decía que cuando Dios te otorga un don es como un látigo que solo sirve para autoflagelarte. Yo de cada latigazo que me doy saco al menos un libro”

Hablabas antes de sanación, un término muy relacionado con tu trabajo en casi todas sus facetas.

Este tipo de libros autobiográficos suele mover cosas, no solo en ti, sino en otras personas que aparecen en el libro. En ese sentido descubres que en ocasiones esos personajes siguen interactuando contigo más allá del libro, cosa que no ocurre en la ficción. La sanación del alma es algo que también se da a través del arte.

También realizas talleres en los que el arte es un proceso curativo.

Son talleres de los que siempre salen proyectos. Los asistentes descubren que, si a través del dibujo o de la escritura ponemos en orden nuestra biografía, hay una sanación emocional. Es como si quieres ponerte a cocinar y tienes toda la cocina llena de cacharros sucios, primero hay que limpiar. Siempre invito a los lectores o a los asistentes de mis talleres a que ordenen pedazos de su vida. A veces me preguntan por qué no escribo ficción, pero es que encuentro demasiada inspiración en la vida cotidiana. En los talleres lo digo: no busquéis fuera, hay mucho dentro.

Para ti la literatura es fundamental. ¿De qué autor has aprendido más?

De Bolaño. Es como mi gran profesor. Lo empecé a leer con 20 años, camino a Tijuana, cuando se publicó 2.666. Me gustan autores como Andrés Neuman, Luisgé Martín, Marcos Giralt o Miguel Ángel Hernández —El dolor de los demás es increíble—. Todos ellos se mueven en lo autobiográfico, quizá por eso me interesan tanto. Y en cuanto a Bolaño, lo que aprendí con él fue a no rendirme. Hasta 1998 no fue considerado un gran escritor y se murió en 2003. Nadie le hacía caso, pero siguió trabajando y escribiendo incluso cuando sabía que se estaba muriendo. No se rindió. Escribió la mayoría de sus libros trabajando de guardia de seguridad nocturno en un camping. Su forma de estar en el mundo me enseñó mucho.

Sobre Bolaño precisamente escribiste un libro ilustrado por Paula Bonet, Por el olvido (Lunwerg). ¿No quisiste ilustrarlo tú?

Tenía muy claro que Por el olvido no iba a dibujarlo yo, no veía mis dibujos asociados a ese texto. Fue la propia Paula Bonet, que estuvo muy atenta a la evolución de este proyecto, la que me insistió para que publicara y yo acepté con la condición de que lo ilustrara ella. Si no llega a ser así, ese libro jamás habría salido.

También tienes dos estanterías ocupadas con libros de Borges.

Borges son palabras mayores. Es el gran hechicero de la literatura universal. Posiblemente sea el escritor en castellano más importante del siglo XX y, sin embargo, nunca publicó una novela.

Cuesta trabajo pensar que empezaras a dedicarte a escribir y dibujar por casualidad.

La cultura no era una opción en el entorno en el que crecí. Pero la vida siempre es más lista que tú y no para de demostrarte a qué has venido aquí. Almodóvar decía en Todo sobre mi madre que cuando Dios te otorga un don es como un látigo que solo sirve para autoflagelarte. Yo de cada latigazo que me doy saco al menos un libro.

¿Explicas con los dibujos lo que no puedes explicar con las palabras?

Que yo sea dibujante sí que es una casualidad absoluta. Desde el principio había cosas que solo sabía escribir y otras que solo sabía dibujar. Cuando uso un color no es gratuito, es porque ese es el color que en ese momento hay que usar, es como una palabra.

Tus referentes literarios están muy claros. ¿Cuáles señalarías si hablamos de tu faceta como dibujante y pintor?

Diría que David Hockney es uno de mis dibujantes favoritos, pero si luego ves mis dibujos eso no se evidencia, estoy lejísimos de él. Pero su obra más sencilla me inspira muchísimo.

Nacho Vegas te pidió que le diseñaras la portada de uno de sus singles. ¿Hay algún otro músico al que te gustaría hacerle una portada?

Muchos… Me encantaría hacerle una portada a Nick Cave, a The Cure, a Morrissey… aunque ahora estamos todos enfadados con él, se le ha ido la cabeza. Hace unos años realicé un proyecto fotográfico sobre sus fans latinos cuando vivía en Los Ángeles.

De todos los sitios donde has vivido, ¿cuál te ha inspirado más?

México. Es increíble, inagotable. Es un país que cree en la muerte y en la magia, más que en sus políticos. Está en su forma de vida. La magia para mí lo es todo. Para mí, la magia es el arte. Hoy los magos se ocultan en el arte contemporáneo; hay arte que está más cerca de la magia que de las artes plásticas.

“Hoy los magos se ocultan en el arte contemporáneo; hay arte que está más cerca de la magia que de las artes plásticas”

¿Cuál crees que es tu gran talento?

Yo creo que saber perdonar. Soy muy bueno perdonando. Sobre todo, a mí mismo, que es un ejercicio al cual invito a todo el mundo a llevar a cabo.