Adriana Cerezo y Hugo González

Objetivo: París - Ep. 2

27/01/2023 · Por Redacción TAB
Adriana Cerezo (taekwondo) y Hugo G. de Oliveira (natación) charlando

Para entender su pasión por el taekwondo y la natación conviene mirar al pasado, concretamente a un abuelo que veía películas de artes marciales con su nieta y a un padre que enseñó a nadar a su hijo con tan solo un año. Hoy, Adriana Cerezo y Hugo González de Oliveira son dos figuras del deporte español y tienen su mirada puesta en París, adonde acudirán con un objetivo: la medalla.

Adriana Cerezo (Alcalá de Henares, 2003) y Hugo González de Oliveira (Palma de Mallorca, 1999) son el futuro del deporte español, pero también el presente. La taekwondista ya tiene una medalla, la plata conquistada en Tokio; mientras que el nadador, con dos Juegos a sus espaldas, fue finalista (6º) en la prueba de 100 metros espalda. Por ello, cuando conversan sobre París tras la sesión de fotos del Equipo Iberia Talento a bordo la mirada de ambos refleja ilusión, ambición y responsabilidad. Adriana, también conocida como La Niña Maravilla, se arranca: “Unos Juegos son algo brutal y tengo unas ganas increíbles de ir a París. Antes quiero ser campeona del mundo o campeona de Europa, pero es como tener un objetivo marcado. Vamos a por todas”. Y Hugo remata: “Los Juegos llenan de motivación tu día a día”. Ambos protagonizan el Episodio 2 de Objetivo: París.

Pero llegar a París no es tarea fácil. Basta con pasar un día con Adriana y Hugo para comprobarlo. El nadador se levanta a las 5:00h. para zambullirse en la piscina a las 6:00h. Tras dos horas haciendo series, Hugo acude al gimnasio durante una hora y media para completar su entrenamiento matutino. Pero ahí no termina su sacrificio. Por la tarde le esperan otras dos horas en la piscina. “El agua para mí es como otro universo. Es el único lugar donde puedo conectar conmigo mismo y sentirme yo”. Su rutina en Estados Unidos, donde pasa largas temporadas —en 2022 se alzó con título y récord en 400 yardas estilos compitiendo para la Universidad de California en la NCAA [campeonatos universitarios]— no difiere en exceso. Y cada vez que tiene un hueco aprovecha para estudiar. Algo que también hace Adriana. La taekwondista, a la mínima, saca sus apuntes de Criminalística —“se confunde con Criminología, pero no es lo mismo”, advierte— y se pone a repasar. Ella, como Hugo, también entrena mañana y tarde. “Para mí, entrenar es el mejor momento del día. Me encanta cansarme y me encanta sufrir entrenando. Es lo que más me gusta y donde más disfruto”.

“El agua para mí es como otro universo. Es el único lugar donde puedo conectar conmigo mismo y sentirme yo” — Hugo G. de Oliveira

La pasión por el taekwondo y la natación que transmiten Adriana y Hugo es fundamental en su día a día. Pero, ¿de dónde les viene? En el caso de Adriana, la respuesta la encontramos en su abuelo: “De pequeña veía películas de Bruce Lee o de Jackie Chan con mi abuelo y me gustaban muchísimo: los gritos, los saltos, los kimonos… Dio la casualidad de que acabó siendo taekwondo, pero podría haber sido cualquier otro arte marcial: kárate o judo, por ejemplo”. De hecho, reconoce que practicó otros deportes antes: “Hice patinaje artístico, gimnasia rítmica… De todo menos natación [risas]”. Hugo, por su parte, culpa a sus padres: “Yo empecé a nadar porque mi madre tenía miedo de que me ahogase. Hace tiempo mis padres se compraron una casa con una pequeña piscina y yo tendría un año, así que empecé a seguir a mi padre mientras nadaba”. Un padre que inculcó a sus hijos —Hugo no es el único nadador— la pasión por el deporte: “Mi padre practicó vela, esgrima, natación... No sé qué deporte no ha practicado y por él empezamos mis hermanos y yo”. A día de hoy, Hugo sigue jugando pachangas de baloncesto con su padre siempre que puede.

De los gritos al silencio
Hugo entrena en el agua, en silencio. Mientras que Adriana lo hace entre gritos y realmente el ambiente en su gimnasio resulta ensordecedor: “La intensidad que se respira desde el momento en el que entras por la puerta con todo el mundo gritando llama mucho la atención. Yo soy consciente de que grito porque me he escuchado en vídeos, pero no sé en qué momento del entrenamiento comienzo a gritar”. Algo muy diferente a lo que siente Hugo durante sus entrenamientos: “El agua tiene algo de natural y cuando te tiras hay un silencio en el que solo eres tú, tu cuerpo y tus sensaciones. A mí me ayuda bastante a controlar mis pensamientos, a ver todo con perspectiva y a afrontar las cosas de forma distinta”. Curiosamente, aunque quizás deberíamos decir inevitablemente, los deportes que practican influyen en la manera de ser de ambos: Hugo es más tranquilo y Adriana más inquieta.

“No me gusta analizar al rival. Creo que todo depende más de mí, si ese día estoy bien me da igual uno que otro” — Adriana Cerezo

Otro aspecto que les diferencia es que Hugo compite contra el cronómetro, contra sí mismo. Mientras que Adriana lucha contra otras personas, rivales que, reconoce, no le quitan el sueño: “Veo muchos videos de taekwondo, pero no me gusta analizar al rival. Creo que todo depende más de mí, si ese día estoy bien me da igual uno que otro”. Y es que en el taekwondo, además del oponente, entran en juego otras variables: “Es un deporte en el que también interviene el árbitro, el sistema electrónico, el público… Y la estrategia”. La natación, vista desde fuera, parece uno de los deportes más solitarios que existen. Algo que matiza Hugo: “La natación es un deporte individual a nivel de competición, pero muchos nadadores estarán de acuerdo conmigo en que no podríamos conseguir nada individualmente. Mantener el nivel de motivación y de concentración entrenando solo es muy difícil, así que a su manera también es un deporte de equipo”.

Adriana y Hugo también nos dan su particular visión del talento, ese que Iberia ha reunido en el Equpo Iberia Talento a bordo. Para Hugo, ante la eterna disyuntiva sobre si el talento nace o se hace opta por la primera opción: “El talento es algo que se te da bien de forma natural. Es un privilegio, algo que tienes dentro y que no puedes ni explicar”. Adriana, por su parte, asocia el talento a la excelencia: “Creo que el talento es la capacidad de alguien para ser excelente en algo y va más allá de tener una habilidad especial”. Más allá de las palabras, si de algo van sobrados los propios Adriana y Hugo es de talento y lo demostrarán en París, ella sobre el tatami y él en la piscina, lugares que para ellos son sinónimo de felicidad.