Mago Yunke

El ilusionista imposible

05/10/2021 · Por Eva Melchor
Salvador Vicent, el Mago Yunke
Salvador Vicent, conocido como el Mago Yunke. ©Imagen cedida por Hangar 52 Revolution.

Descubrir secretos desconocidos de Leonardo da Vinci, viajar a través de puertas interestelares al antiguo Egipto o vivir un ritual guerrero junto a la Gran Muralla China. Inspirado en los juegos de magia “de toda la vida”, Salvador Vicent, más conocido como el Mago Yunke, pone a volar su creatividad para conducirnos, a través de una espectacular puesta en escena, a escenarios imposibles. El truco tiene nombre propio: Hangar 52 Revolution. ¡Tachán!

Después de ganar por partida doble el Campeonato Mundial de Magia, recibir una mención de honor de la Familia Real de Mónaco y participar en un programa de prime time, al mago Yunke (Castellón, 1975), aún le quedan trucos con los que sorprender. Así lo demuestra en esta segunda temporada de Hangar 52 Revolution, que acaba de estrenar en IFEMA Madrid. La espectacularidad de su puesta en escena y la singularidad de su ilusionismo le han hecho merecedor de numerosos reconocimientos a nivel internacional, pero si algo llama la atención de su trabajo es que él mismo inventa, diseña y produce, desde su propio taller en su pueblo natal, unos efectos capaces de impresionar a 150.000 espectadores. Él lo llama magia de proximidad. Nosotros talento, sin más.

Pregunta obligada: ¿por qué un mago se llama Yunke?
El nombre de Yunke viene por parte de mi abuelo, que era herrero y trabajaba sobre un yunque que estaba siempre a la puerta de mi casa. Mis amigos, cuando venían, siempre decían: “Vamos a casa Yunque”, algo que, al final, se convirtió en mi nombre artístico.

Unos tienen pasión por escribir, otros por la cocina o por el deporte… ¿Cómo nace la vocación por la magia?
La magia nació en mí y no sé el motivo. Seguramente el desencadenante fue que, cuando tenía 7 u 8 años, me hicieron un efecto de magia. Para mí fue como si esa persona tuviera poderes, algo increíble. Ese juego despertó algo en mí que todavía sigue dentro: la pasión por el arte de la magia, el arte de la ilusión. La magia te tiene que nacer, que algo se mueva dentro de ti para ir descubriéndola.

¿Algún mago en concreto al que admiraras por entonces?
El profesor Ballester, un mago retirado, fue mi maestro y quien me introdujo de manera profesional en el oficio. Fue curioso, porque me enseñó a mezclar con una mano, algo que se tarda mucho tiempo en aprender. Estuve practicando constantemente, sin apenas dormir durante una semana entera, hasta que lo conseguí. Creo que fue una prueba que me hizo para saber el interés que tenía. Entonces me regaló su maleta de magia con sus mejores juegos, los de toda una vida, que todavía conservo. Esa maleta me sirvió para empezar a trabajar, por eso le recuerdo con muchísimo cariño. Después he aprendido de otras figuras como Juan Tamariz, Arturo de Ascanio… Grandísimos y reconocidísimos magos que, por suerte, hemos tenido y tenemos en España.

¿Y cómo se pasa de hacer pequeños trucos a crear un espectáculo para más de 150.000 espectadores?
Yo creo que todo parte de donde me he criado, Villavieja. Un pueblo de 3.500 habitantes de la provincia de Castellón donde todo es más accesible: conozco al carpintero, al herrero, al pintor… A todo aquel que me pueda ayudar a crear un efecto.

Es decir, que hablas casi de magia de proximidad.
Efectivamente. Anoche, cuando ya estaba en la cama, me acordé de que no había recogido un pedestal que había encargado y el carpintero me abrió para que pudiera traérmela hoy a Madrid. ¿Cómo puedes hacer algo así en una gran ciudad? Vivir en un pueblo facilita mucho que te puedas dedicar a este tipo de magia.

¿Cómo es tu proceso creativo?
Desde pequeño, el estar aislado me ha ayudado mucho a hacer una magia muy personal, muy creativa. Si estás siempre rodeado de magos y todos hablan el mismo lenguaje es difícil destacar y hacer algo diferente. En mi caso, la soledad y la tranquilidad me permiten empezar a crear. Esa creatividad surge también del trabajo, hay muchas horas detrás que la potencian.

“Si estás siempre rodeado de magos y todos hablan el mismo lenguaje es difícil destacar y ser original. En mi caso, la soledad y la tranquilidad potencian la creatividad”

Nada menos que en un laboratorio de 900 metros cuadrados para el desarrollo de tus producciones.
Sí, un espacio fundamental para mí a la hora de crear nuevos efectos. En mi laboratorio tengo unas pizarras gigantes en las que hago todo tipo de dibujos y anotaciones. De ahí voy generando las ideas para poder crear un mapa e inspirarme en cada punto. No pienso en el efecto o la trampa en sí, pienso en lo que me gustaría ver y, a partir de ahí, desarrollo cómo hacerlo posible. Porque si puedes aparecer, desaparecer, volar, transformar… A partir de ahí, puedes construir lo que desees. Sí que tiene que ser un espectáculo muy dinámico, porque el público te perdona un fallo, pero nunca el aburrimiento.

Si la creatividad parte de uno mismo, como dices, ¿qué papel juega el trabajo en equipo a la hora de crear magia?
El primer paso sale de uno mismo, después, por supuesto, es fundamental estar rodeado de un gran equipo que te ayude a hacerlo realidad. Sería imposible realizar un espectáculo de estas dimensiones sin tener al lado un equipo no solo de buenos profesionales, sino también de buenas personas. Para mí es fundamental que a la hora de trabajar haya buen ambiente, que se disfrute. Eso también ayuda a la creatividad.

La capacidad de emocionar y de generar un impacto visual son fundamentales en el mundo del ilusionismo. ¿Cómo se generan estas sensaciones en el espectador?
En mis inicios, las actuaciones se hacían en espacios amplios al aire libre, donde había muchas distracciones y el sonido no siempre llegaba bien. Por eso mi manera de actuar siempre ha sido muy dinámica, con gestos muy bruscos, para transmitir esa energía al público. Esto curte mucho, pues en función de las dimensiones del escenario en el que esté, calculo cuánto tengo que proyectar y mi lenguaje corporal va cambiando según voy sintiendo la energía del público. Además, nunca quiero un tiempo muerto en mis espectáculos, pues una pequeña distracción puede propiciar que se pierda completamente la atención. Yo quiero cazar a los espectadores desde que salgo al escenario, resultar muy expresivo y atraparles en el show.

“No pienso en el efecto o la trampa en sí, pienso en lo que me gustaría ver y, a partir de ahí, desarrollo cómo hacerlo posible”

Más de 25 años de carrera dan para mucho y, con las nuevas tecnologías, el mundo del espectáculo ha cambiado radicalmente. ¿Cómo ha afectado esto a la magia y cómo crees que evolucionará en el futuro?
El ser humano se mantiene, es el artista el que se va adaptando. Creo que el exceso de información, muchas veces, propicia que los magos que empiezan ahora quieran hacer muchas cosas pero que no tengan tiempos para practicar hasta la perfección. Curiosamente y pese a todo el boom tecnológico, resulta que los juegos que mejor funcionan son los clásicos que han permanecido a lo largo de los años: los aros chinos, la sombrilla viajera, el huevo que desaparece de la bolsa... Creo que tenemos un potencial de magos muy jóvenes con mucho futuro y que debemos introducir novedades, pero sin olvidarnos de las bases. La magia tradicional es fundamental para el futuro de este arte.

En esta segunda temporada de tu espectáculo, que ya has estrenado en Madrid, se pueden ver las “ilusiones clasificadas” o las “visiones imposibles”. Curiosos nombres.
Sí, en Hangar 52 Revolution desvelamos desde secretos nunca antes contados de Leonardo da Vinci, hasta experimentos de teletransportación e ingravidez de la NASA, pasando por puertas interestelares del antiguo Egipto, rituales de guerreros de la Gran Muralla China e incluso aviones desaparecidos en la II Guerra Mundial. Nada más y nada menos.

Y veremos la “gran ilusión” que te llevó a conquistar el Campeonato del Mundo de Magia en Corea en 2018.
Así es, en el bloque sobre Leonardo da Vinci hay un juego con el que ganamos el Premio Mundial en el que yo me parto en dos. Lo increíble es que no utilizamos telas o cajas, como hacen otros magos conocidos a nivel mundial, sino que salgo andando, me apoyo sobre un disco y me parto en dos, algo que sorprendió mucho a los magos. Esto es algo que me viene desde pequeño: cuando concibo un efecto de magia no pienso en impresionar al público, sino a otros magos. Por eso la magia que se ve en Hangar 52 es novedosa y original.

“Cuando concibo un efecto lo hago pensando en impresionar a otros magos, por eso mi magia es novedosa y original”

Dos veces Campeón Mundial de Magia, Campeón de Magia de España, incluso una mención de Honor de la Familia Real de Mónaco. ¿Crees que el talento español se valora fuera de nuestras fronteras?
En España tenemos un potencial de magos muy importante, sobre todo, de magia de escena y magia de cerca. Hay un nivel extraordinario y esto se percibe también fuera, pues en los Mundiales España siempre destaca. Para seguir evolucionando tenemos que dar ese paso de salir fuera, yo desde el año 2000 llevo haciendo giras y actuaciones por todo el mundo y siempre me han recibido con muchísimo respeto y cariño.

Entonces, ¿viajar nos hace más creativos?
Es evidente que, cuanto más viajas, más conocimientos tienes y, por tanto, más potencias tu creatividad. Viajar amplía tu cultura y te hace mejor artista, una cosa va relacionada con la otra.