Irma Álvarez-Laviada

Minimalismo y delicadeza

22/02/2023 · Por Teresa Morales
La artista Irma Álvarez-Laviada estará presente en ARCO 2023 con la galería Luis Adelantado
La artista Irma Álvarez-Laviada estará presente en ARCO 2023 con la galería Luis Adelantado. © Cervezas Alhambra

Irma Álvarez-Laviada ha conseguido trascender lo pictórico y reinventar su obra a partir de materiales presentes en su estudio. Quizás tenga que ver con su resistencia a que las cosas desaparezcan. Con su personal estilo, envuelto en minimalismo y delicadeza, y donde el color juega un papel fundamental, triunfó en ARCO 2022. Algo que también consiguió en 2020, cuando recibió el Premio de Arte Emergente. ¿Repetirá en 2023?

“A veces te marcan más las ausencias que las presencias”, afirma Irma Álvarez-Laviada (Gijón, 1978) al recordar a su padre, también pintor, fallecido cuando ella tenía cinco años. “He crecido rodeada de sus obras y de sus amigos artistas, que procuraron, junto a mi madre, que esa comunión con el mundo del arte no se diluyera”. Y no lo hizo. Hoy es una de las creadoras con más proyección del panorama artístico español. En 2020, Irma se alzó con el Premio de Arte Emergente en ARCO. Una racha en la mayor feria de arte contemporáneo de España que continuó el pasado año, cuando recibió el Premio Pilar Forcada ART Situacions por su obra Rojo, azul, amarillo y negro. A su vez, en el ámbito de la fotografía, consiguió el Premio Ankaria Photo 2022 por su serie Myse en Abyme, que la llevó a protagonizar, junto a la artista visual Linarejos Moreno, una exposición en PHotoESPAÑA. Este año regresa a ARCO con la galería Luis Adelantado. ¿Habrá nuevo reconocimiento a su talento? “Los premios siempre son bien recibidos, pero no creo que haya tanta suerte”, responde.

Pero hablemos de su arte. Hace algunos años, Irma se cansó de la técnica de la pintura y se refugió en su estudio. “El estudio no es solo un lugar en el que trabajar, también en el que estar”, asegura. En ese momento, dirigió la mirada hacia elementos que estaban a su alrededor, hasta comprobar que estos le brindaban nuevas reflexiones acerca de lo pictórico. Los tableros de madera, los cartones y las cartulinas, y los elementos de embalaje y protección constituían un universo con voz propia. Así recondujo su obra hacia una estética más estructural con claras influencias de la Bauhaus [escuela alemana de arquitectura, diseño y arte clave en el siglo XX]. “Muchos de esos materiales están vinculados al uso práctico que se hace de ellos y pasan desapercibidos. Para mí son interesantes y seductores a partir de su resignificación”, comenta. Si hubiera que ponerle banda sonora a su arte, la propia Irma elegiría una pieza de Erik Satie; así que, si lo desean, antes de seguir leyendo, dejen que suene la música del compositor francés.

Artísticamente, ¿te sientes más cómoda ahora?
En lo que se refiere al proceso y la metodología de trabajo, me siento más libre porque no tengo por qué ceñirme a un solo espacio de trabajo. Cada jornada es distinta, mi intuición está más presente y en el proceso de producción de las obras voy integrando a otros profesionales, lo cual me enseña y enriquece muchísimo.

Entonces, ¿cómo definirías tu evolución?
Como un círculo. Siempre vuelvo a las mismas ideas, preocupaciones y conceptos, aunque trato de contarlos de diferentes maneras.

¿Y sabes hacia dónde va tu estilo?
No tengo ni idea [risas]. Me dejo llevar mucho por el trabajo y el proceso va marcando el camino, llevándome a sitios que no contemplaba en absoluto. Esa es la magia de la práctica artística.

“El proceso va marcando el camino, llevándome a sitios que no contemplaba. Esa es la magia de la práctica artística”

Durante una época te obsesionaron los círculos y ahora has sucumbido a las líneas rectas. ¿Qué te seduce de la geometría?
Es algo que yo también me pregunto y no consigo entenderlo bien. No le encuentro explicación. Está ahí, de forma intuitiva. Sencillamente es algo que no puedo evitar hacer.

Hay quien etiqueta tu arte como “pintura expandida” [una forma de arte en la que intervienen otras disciplinas, como la fotografía, la escultura o el vídeo, mudando así la obra a un nuevo soporte]. ¿Estás de acuerdo?
Ni me gusta, ni me siento identificada. Es que no siento la necesidad de poner nombre a lo que uno hace. De hecho, sigo practicando la pintura y trabajo con el color, la composición, la problemática de la figura y el fondo, la fisicidad de la materia.

¿Por qué una estética tan minimalista?
Esa estética es el vehículo para poner en cuestión los conceptos con los que trabajo. Hablo sobre pintura y, también, sobre el vacío, concentrándome no sólo en lo que vemos, sino en lo que no está presente y que no por eso deja de ser visible. Me ayuda a reflexionar sobre la jerarquía de los materiales y los procesos por los que la obra navega antes de ser vista y entendida como arte.

¿Qué mensaje esconden, por ejemplo, tus series de colores con cartulinas?
En las series con cartulinas de Todo se parece a algo se reflexiona sobre la estandarización de los materiales. La cartulina está trabajada para que parezca madera y, a su vez, está cuidadosamente escogida para que cromáticamente coincida con los colores del DM [tablero de madera de densidad media] y para que, de algún modo, el espectador confunda ambos materiales, pese a que tienen usos y prácticas muy diferentes. Así se establece una relación interesante con el concepto de iterabilidad: todo es esencialmente repetible e insertable en otros contextos.

¿Todo eso está presente en tu cabeza antes de comenzar la obra?
A grandes rasgos tengo claro el concepto sobre el que quiero trabajar y, a partir de ahí, inicio un proceso de investigación teórico y práctico para proceder con la formalización de las piezas.

¿Eres exigente con la manera en la que se exponen tus obras?
Soy muy meticulosa con cómo se termina una pieza y también con dónde y cómo se expone, porque muchas veces mis piezas no están finalizadas hasta que se instalan. Siempre decimos que la obra se prolonga en el espacio de exhibición.

“No soy una artista a la que le hayan llegado las cosas rápidas. He tenido que insistir mucho”

Después de ARCO, ¿dónde podremos ver tus trabajos?
Estoy preparando una exposición individual para el Museo de Bellas Artes de Asturias. Tendrá lugar este año. Es un proyecto que coincide con la ampliación del museo, y me motiva y entusiasma muchísimo.

¿Te ha costado que tu talento se vea reconocido?
No soy una artista a la que le hayan llegado las cosas rápidas. He tenido que insistir mucho; si he pedido una beca, he tenido que hacerlo varias veces hasta obtenerla. Eso también me ha demostrado que las cosas me han ocurrido cuando tenían que ocurrirme, lo cual, confieso, me da mucha tranquilidad.

Entonces, más allá de los reconocimientos que ya has recibido, ¿no tienes prisa por triunfar?
Estar todo el día en aeropuertos, tener tres o cuatro galerías por el mundo, abrir estudios en diferentes ciudades… Da un poco de vértigo. Es algo que hay que saber gestionar y no sé si sabría hacerlo.