James Rhodes

Viajar hacia dentro

17/07/2023 · Por Lala Llorens
James Rhodes, músico

Vivir enamorado del propio proceso creativo es lo que mantiene al pianista James Rhodes enganchado a la música, a la literatura, a la fotografía. Confiesa que, pese a la frustración constante y los momentos complicados, ese amor es “tan puro y tan divino” que no hay lugar para la duda. Toda su obra y su último proyecto, 'The Daily Muse’, nos invitan a volver la mirada hacia nuestro interior, a ese refugio íntimo donde el silencio suena como la mejor banda sonora.

Si hay una palabra que define a James Rhodes (Londres, 1975) más allá de sus reconocidísimas dedicaciones —pianista, escritor, filántropo— es, sin duda, ‘sensibilidad’. Sensible al arte y a la creatividad en todas sus manifestaciones, James reconoce vivir en una búsqueda constante de la belleza, ya sea a través de la música, la literatura o la fotografía, a la que en los últimos tiempos se ha aficionado. “Yo siempre estoy buscando la belleza, por eso me he casado con la mujer más guapa del mundo, toco mi Steinway y vivo en Madrid, que es la ciudad más bella del mundo”, reconoce.

Con una mirada limpia, abierta y curiosa, James se aproxima al arte desde un lugar que se adivina también agridulce pues, como él mismo reconoce, la frustración siempre está presente: “Si toco un concierto con 100.000 notas y en una sola hay medio gramo de peso extra en un único dedo, se estropea el concierto. Ese es mi nivel de ‘tiquismiquis’ y eso me cuesta. No es perfeccionismo, es que solo hay una manera de tocar las piezas de dioses como Beethoven. Por eso trabajamos horas y horas sin parar. Incluso cuando no estoy tocando el piano, estoy tocando en mi cabeza”.

“Yo siempre uso mi piano para escapar. Es como una droga para mí: sin efectos secundarios, gratis y legal”

Sin embargo, asegura que merece la pena el sacrificio. “Sé que se puede hacer mejor siempre, pero ¡estoy tan enamorado! Es un poco como el matrimonio. Hay un nivel de amor tan puro y tan divino que incluso en los momentos difíciles no se duda. Es así con la música, escribiendo, sacando fotos... Incluso en los momentos complicados, ¡el proceso es tan bonito para mí! Es una manera de equilibrar lo bueno, lo malo y todo”, afirma emocionado.

De hecho, tiene claro que cualquier persona que se empeñe puede tocar bien el piano, escribir o hacer buenas fotos. Es solo cuestión de trabajo y constancia. “Es un poco como la Fórmula 1: en una carrera, 0,2 segundos, que no es nada, suponen la diferencia entre un primer puesto y un octavo o un noveno. Se puede trabajar mucho para llegar a un porcentaje, pero lograr esos 0,2 segundos extra exigen décadas de trabajo”. Pero matiza: “Para mí el talento es un 99% de trabajo, de sudar, y un 1% de duende, de algo divino. No se puede escuchar a Mozart, por ejemplo, y no ser creyente de alguna manera, no puede ser humano un talento así. Por eso escuchamos a Chopin, a Bach o a Beethoven 200 o 300 años más tarde, porque hay algo divino ahí”.

“En esta época, más que nunca, es muy importante mantener esta conexión con el corazón, con el alma”

Reconectar con uno mismo
James, conocido por su activismo en defensa de las víctimas de abusos sexuales en la infancia —él mismo fue una de ellas—, sigue encontrando en la música una tabla de salvación y un espacio seguro de conexión con uno mismo: “Yo siempre uso mi piano para escapar. Es como una droga para mí: sin efectos secundarios, gratis y legal. Vivimos en un mundo que me cuesta mucho, que es muy complicado ahora mismo. La música es, para mí, una manera de viajar hacia dentro”.

En su opinión, la sociedad actual tiene siempre la mirada puesta fuera (redes sociales, televisión, publicidad...) y eso es terrible. “Los aviones y las salas de conciertos son los únicos sitios en el mundo ahora mismo en los que podemos escapar de todo, los únicos lugares donde no existen móviles y donde podemos relajarnos y, uf, respirar”, admite.

La necesidad de volver nuestra mirada, de nuevo, hacia el interior es lo que le ha impulsado a desarrollar, junto a un equipo especializado, una nueva app, The Daily Muse, cuyo objetivo es “equilibrar, de alguna manera, las redes sociales”, que para él son una experiencia bastante tóxica. “The Daily Muse es una manera de reconectar contigo mismo, leyendo cada día un párrafo de algo creativo que te ayude a pensar, a reflexionar. Como una especie de meditación. No hay mensajes privados, no hay me gusta... Solo si quieres puedes compartir tus reflexiones con todo el mundo”. Y es que, como él mismo subraya, “en esta época es muy importante mantener esta conexión con el corazón, con el alma”.

“España no tiene esnobismo en la cultura; eso forma parte de las raíces de nuestro país”

España, una nueva vida
“Hay muy pocos momentos en la vida que supongan un antes y un después: la primera vez que escuché a Bach, cuando conocí a Mica, mi mujer, y cuando vine a España”, afirma James. El artista asegura que España ha cambiado completamente la suya: “Llegué aquí con tres maletas y cuatros palabras en castellano, y en un fin de semana encontré un piso y un piano; no necesito nada más”. Reconoce que nuestro país es como un Disneyland para él, la luz al final del túnel, y que aquí se siente, por fin, como en casa —en 2020 el Gobierno le concedió la nacionalidad española—. “Para mí lo que tiene España es que no hay esnobismo en la cultura. Forma parte de nuestras raíces. Hablamos del país de Lorca, de Albéniz, de Alicia de Larrocha... de ídolos”, sentencia.

Para Rhodes, en ese descubrimiento de nuevos destinos radica, precisamente, el encanto de viajar, en la posibilidad de abrir una puerta a la esperanza: “La magia de volar, de los aviones, es que nunca se sabe qué va a pasar en un sitio nuevo. Hay un potencial increíble ahí. ¿Quién sabe?”

“Para mí el talento es un 99% de trabajo, de sudar, y un 1% de duende, de algo divino”