Dorian

“Dorian se encuentra en un momento de renacimiento creativo”. Palabra de Marc Gili, líder de un grupo que lleva dos décadas animando a bailar (y a reflexionar) a miles de personas. Su música quizás parezca hedonista en una primera escucha —y sin duda tiene la capacidad de disparar las endorfinas—, pero sus pegadizas melodías con base electrónica se sustentan en unas letras que invitan al oyente a trascender. Seguramente sea esa la receta que les ha convertido, de la mano de una legión de fieles, en uno de los conjuntos más longevos dentro de la escena indie española.

El renacimiento creativo apuntado por Marc podemos captarlo en su último disco (Ritual), del cual nos hablan en uno de los templos de la noche madrileña —el Moloko Sound Club, que este año cumple 25 años—, y el origen parece estar allende nuestras fronteras: “Llevamos muchos años viajando por Latinoamérica, también últimamente por Estados Unidos o Europa, y esa olla a presión musical tenía que acabar eclosionando tarde o temprano”. El resultado es un álbum que, en palabras del propio Marc, “pretende poner en poner en práctica un diálogo musical entre la música electrónica europea de baile y ciertos beats latinos, combinado todo con una esencia pop”.

“Llevamos años viajando por Latinoamérica, Estados Unidos o Europa y esa olla a presión musical tenía que acabar eclosionando”

Basta escuchar los primeros segundos de Mundo perdido, canción que abre el disco, para constatar ese renacimiento. Un tema en el que Dorian, a base de letanías distópicas, muestra su preocupación por cierta deriva del mundo y lanza claros mensajes al respecto: (“Mundo sin arte, mundo fallido / Mundo con dogmas, mundo dormido / Mundo sin fauna, mundo sin alma”). Ya en esta canción se revela otro de los rasgos del disco, su cosmopolitismo.

Un disco abierto al mundo
Un cosmopolitismo que se refleja tanto en el apartado instrumental como en el vocal. “El álbum tiene el español como idioma central de las letras —señala Marc—, pero están salpicadas con versos en inglés, en francés, en ruso, en catalán, en portugués... Queríamos mezclar idiomas para que el oyente sintiera que está viajando por el mundo”. Y a la receta que comentábamos al inicio no le podía faltar la parte reflexiva, que Marc concreta así: “Kant decía que si no íbamos hacia un futuro en el que cada vez hubiera menos fronteras y en el que cada vez estuviéramos más mezclados, la humanidad no tendría futuro o tendría un futuro catastrófico. Lo que hemos tratado de hacer en Ritual es adoptar este concepto de cosmopolitismo y llevarlo a la música. Reivindicar que en la mezcla está el futuro”.

La mezcla se extiende a las colaboraciones del disco, las cuales le otorgan una heterogeneidad que no hace sino enriquecerlo. “Tenemos a Ana Mena, que viene más del mainstream, al trapero Pimp Flaco, a la cantante catalana Suu, a la colombiana Lido Pimienta… Todos de géneros muy distintos”, señala Belly Hernández. La propia Belly, a la que se nota entusiasmada por haber podido contar con semejantes talentos, explica lo que significa para ella: “Siempre es más divertido entregar tus canciones a alguien que admiras y ver qué pasa. Es un ejercicio muy emocionante porque ellos aportan un punto de vista muy distinto y transforman la canción”.

Lo que ocurre durante los viajes y las colaboraciones ya mencionadas se relaciona con la visión que Dorian tiene sobre el talento. “El talento —afirma Marc— tiene que ver con la capacidad de absorber conocimientos y con esos conocimientos crear tu propia receta. Es decir, un músico con talento es aquel que absorbe influencias musicales y es capaz de crear su propio sonido”. Pero para ello hace falta, según Belly, una verdadera inmersión: “Cuando viajamos a Latinoamérica no sólo vamos a tocar y volvemos, sino que nos zambullimos en la cultura”. A lo que Marc añade: “Viajar aporta crecimiento personal y espiritual. Creo que no seríamos las mismas personas si no hubiéramos explorado los territorios que hemos explorado”.

Unas influencias que Dorian no absorbe solo cuando viaja o cuando colabora con otros músicos, sino también en la intimidad del hogar a través de libros y películas. “Las otras disciplinas artísticas que más nos inspiran son la literatura y el cine, ¿no? —se arranca Marc mirando a Belly, que retoma— Sí, creo que sí, pero en realidad somos personas muy curiosas y al final todo nos influye de forma consciente o inconsciente. Son como impulsos que despiertan cosas en ti y que después trasladas a la música”. Más que conocidos son los guiños literarios que Dorian incluye en sus letras, algo que el propio Marc reconoce se ha vuelto una especie de “juego” con sus fans.

Independencia e ilusión como sello
Si una palabra se asocia a Dorian es independencia, rasgo al que el grupo no ha renunciado en todos sus años de carrera. “Desde Dorian siempre hemos reivindicado la independencia creativa y discográfica —defiende Marc—, hemos tenido siempre el control de nuestra carrera, de nuestros videoclips, de nuestros singles, de nuestras giras… Obviamente no podemos hacerlo todo solos, tenemos equipos dentro y fuera de España, pero sí somos nosotros los que manejamos los hilos y esto es maravilloso”.

“Un músico con talento es aquel que absorbe influencias musicales y es capaz de crear su propio sonido”

Puede que ese ser y sentirse dueños de su destino sea una de las razones que explique su longevidad —dos décadas de trayectoria les contemplan—, algo que llama la atención dadas las recientes separaciones anunciadas en el indie español, como Izal o Novedades Carminha. Belly desvela la clave: “Nosotros llevamos muchos años juntos y yo ya considero a los miembros del grupo mi familia. El secreto es el respeto, la constancia y la ilusión. Una ilusión tremenda por mejorar y por hacer discos cada vez mejores”.

Una ilusión que tienen y transmiten al hablar de Ritual. “Creo que es el álbum que me hace más feliz publicar de toda nuestra carrera —celebra Marc, que junto a Belly posa orgulloso con el LP en la tienda de discos Marilians—, quizás junto a los primeros”. El disco nace en pandemia y sale a la luz cuando esta empieza a ser un mal recuerdo, tal vez por eso Marc reconoce: “Estamos con unas ganas tremendas de salir a compartirlo y enseñárselo a la gente. Y esto creo que es, en parte, porque es un álbum pospandémico”. Los escenarios, el hábitat natural de Dorian, ya esperan ansiosos su regreso. ¿Preparados para bailar?